Sus pies se hunden en el suelo esponjoso. Un viento helado sopla en su cara mientras camina con cuidado para no pisar la vegetación más delicada del páramo. Byron Mosquera, de 24 años, observa su entorno y revisa que no haya basura. Esta actividad es parte de su trabajo de vigilancia como guardapáramos en la zona de amortiguamiento de la Reserva Ecológica Antisana, en Napo.
Desde hace un año vive ahí, a 45 km de Quito, en un lugar donde no llega ni la señal del teléfono celular. Con cuatro compañeros patrulla la zona: cuida que no aparezcan quemas u otras amenazas que afecten la flora y la fauna.
Los cinco guardapáramos trabajan para el Fondo para la Protección del Agua (Fonag) y Byron lleva seis años en el oficio.
Antes de que el Antisana fuera su hogar, vivió en la Reserva Ecológica Illinizas y en el Parque Nacional Cotopaxi, como guardaparques. Hace un año perdió el título de ‘guardaparques’ cuando el Ministerio del Ambiente dispuso que solamente la institución podía tenerlos.
“Pasar de guardaparques a guardapáramos no cambió mucho mi trabajo. Perdí la función de guía porque esta zona no es tan concurrida como las otras”, dice, mientras pasa su mirada por el pajonal, las almohadillas verdes y, a lo lejos, los nevados.
Son las 14:00 y hace media hora no había una sola nube, ahora el viento es muy fuerte. “Aquí se pasa de un sol playero a un clima helado. A las 18:00 hace mucho frío y volvemos a casa”. Para contrarrestarlo, tiene chimenea, cobijas térmicas y un calefón eléctrico que se lo prende gracias a una planta de gasolina.
Una garúa humedece su chompa y gorra azules con el logo del Fonag, la temperatura baja y él entra a la casa. Desde el comedor se ve el Cotopaxi a través del ventanal; al otro lado, desde la puerta, se divisa el Antisana. “Es un lugar de paz. Aprendí a apreciar el silencio y la convivencia con mis compañeros”.
A sus colegas los considera su familia. En esa casa permanece cinco días a la semana. El jueves de tarde vuelve a su hogar y regresa el domingo de mañana. Para llegar a su casa en Machachi aborda un carro, una moto y tres buses; tarda dos horas y media. “No es cansado, amo mi trabajo y simplemente lo disfruto”.
Ese disfrute llegó mucho antes de comenzar como guardaparques en el 2006. Desde los 8 años, recuerda que acompañaba a su abuelo, Miguel Iza, al Cotopaxi donde él era guardaparques. Desde ahí supo que se dedicaría a eso que denomina preocupación por el ambiente. “La gente debe saber que los páramos son fuentes esenciales del agua que consumen”.
Los paseos con su abuelo no fueron el único contacto con la naturaleza. Su tío César Iza fue guardaparques. Por eso afirma que lleva el oficio en las venas.
En los seis años que lleva en el Fonag ha recibido capacitaciones de proyectos, educación y diagnóstico ambiental, liderazgo… Su elocuencia, simpatía y conocimiento de páramos revelan que las aprovechó.
Además de los cursos, estudió por dos años y medio Ciencias Ambientales en la Universidad Politécnica Javeriana. Esta fue cerrada en abril; para estudiar había pedido un préstamo de USD 4 000. Ahora debe USD 15 000 porque pidió para empezar Gestión Ambiental en la UTPL.
En el primer año como guardapáramos el trabajo ha sido teórico, de levantamiento de datos. “La idea fue ver cómo estaba la vegetación, la calidad de los ríos, para el siguiente año hacer un trabajo más duro”. Ahora él debe planear y ejecutar proyectos de conservación para que más personas comprendan, como él, la importancia de los páramos.
Ivonne Ramos / Responsable de Campaña del Agua
‘Los páramos pueden y deben regenerarse’
Los páramos son ecosistemas que funcionan como espacios de regeneración de los ciclos naturales del agua. Los de la región interandina son fuentes importantes de agua para el consumo de los habitantes en el occidente y oriente del Ecuador, así como para los principales ríos amazónicos y de la Costa.
Los páramos, por ende, representan la fuente de agua más importante para las principales ciudades del callejón interandino.
Hemos identificado que una de las causas principales de la pérdida de páramos han sido las políticas de reforestación hace 40 años. Por ejemplo, hay páramos que fueron poblados por pinos, una especie introducida. Luego se demostró que en esta zona se dañó la calidad del agua con el tiempo. Se realizó un estudio que demostró que un 40% de la capacidad de descarga hídrica que tenían esos páramos se había perdido por plantar los pinos.
Pero esta amenaza del páramo se puede revertir, es un ecosistema que tiene la capacidad de regenerarse. La solución sería retirar esas plantaciones de árboles introducidos en la zona y montar un proyecto de regeneración natural. No es necesario introducir especies nativas como parte de esta regeneración porque antes no había esas plantas en esa zona. Si se las siembra con lógica de monocultivo, causaría un impacto que impediría la recuperación.
Lo que me preocupa es que, a nivel de políticas públicas, se está promoviendo un nuevo período de implementación de plantaciones forestales comerciales. Eso significaría que estas plantas van a ser colocadas en zonas donde ya hubo afectaciones antes. Esta propuesta debería detenerse porque ya se ha comprobado su fracaso y cómo perjudica al ecosistema.
Creo que debemos entregar a las comunidades locales el cuidado del páramo porque son las que conocen más las medidas que se deben tomar para permitir la regeneración del páramo.
Es muy importante que ellos tengan la capacidad de cuidarlos porque eso no solo afecta directamente al agua de las ciudades sino que también al sistema de alimentación de millones de ecuatorianos porque es un agua usada en la agricultura.
A nosotros en la ciudad debería de importarnos el cuidado de esa agua, Como ciudadanos no alcanzamos a ver ese esfuerzo que hacen las comunidades que nos beneficia.
Usos
La agricultura se lleva la mayoría del agua
En Ecuador el 85% del agua utilizada se destina al riego. Las empresas trasnacionales que producen productos destinados a la exportación reciben la mayoría de esta agua. El sistema de investigación de la problemática agraria (Sipae) realizó en 2008 una investigación en la que comprobaron cómo el Estado destina más agua de riego en función de la rentabilidad de los productos.
El crecimiento de las áreas de cultivo va en aumento. En 1970 en Ecuador se cultivaban 3,4 millones de hectáreas. Hoy esa cifra es de aproximadamente 9 millones de hectáreas. De esta superficie solo el 12% cuenta con sistemas de riego eficientes, el resto se nutre con alternativas en las que se desperdicia más el agua.
Investigación
Buscan vida bajo un lago de la Antártida
Científicos británicos comenzaron la búsqueda de microorganismos vivos en el lago subglacial Ellsworth, en la Antártida Occidental, aislado desde hace 500 000 años bajo una gruesa capa de hielo. El Ellsworth es uno de los cientos de lagos del continente blanco que se sitúan por debajo de la capa de hielo y cuya agua se mantiene en estado líquido gracias al calor emitido por las rocas que yacen debajo.
Los biólogos creen que su prolongado aislamiento podría haber promovido que la vida microbiana evolucionase de formas muy distintas a las observadas en el resto del planeta. Este proceso de perforación requerirá al menos cinco días, tras los que dispondrán sólo de 24 horas para tomar las muestras.
LA FRASE
La idea fue ver cómo está la vegetación, la calidad de los ríos y el próximo año viene el trabajo más duro.