La biopic muestra el esplendor de Queen y de su líder, pero se distancia de los temas complejos. Foto: outnow.ch
Después de 33 años, con el estreno de ‘Bohemian Rhapsody’, melómanos y cinéfilos vuelven la mirada sobre Live Aid, el concierto que reunió a los artistas más famosos de la época en el estadio de Wembley, Inglaterra, en apoyo a la crisis humanitaria en África.
Tras los bastidores de aquel evento, los integrantes de Queen eran protagonistas de su propia crisis, que amenazaba con la desintegración de la banda y de la que no se sabía si saldrían airosos hasta que estuvieron parados sobre el escenario, frente a su público.
Ese crucial momento en la trayectoria de Queen define el marco temporal de una película biográfica, que busca celebrar la vida y obra de Freddie Mercury en el contexto de la formación, ascenso, conflictos y éxito de la banda británica.
En ese recorrido cronológico, la cinta que empezó dirigiendo Bryan Singer y la terminó Dexter Fletcher se queda lejos de cualquier novedad creativa, al adoptar una fórmula convencional.
Video: YouTube, cuenta: 20th Century FOX España
El guion, firmado por Anthony McCarten, recoge algunos de los momentos más importantes en la vida de Mercury, de la trayectoria de la banda y la historia del origen de las canciones más famosas; nada que no aparezca en una breve búsqueda en Internet.
Sin embargo, también es una película que no agota la mirada en las dos horas y cuarto que dura el metraje.
Una de las razones es la presencia de Rami Malek, que ha hecho un gran trabajo de interpretación, calcando y apropiándose de cada aspecto físico y gestual de Mercury, que sobresale además por un notable diseño de producción y vestuario. Pero también se nota en el actor la comprensión de un espíritu combativo, que se proyecta como una compleja sensibilidad humana.
Frente a la cámara, la metamorfosis de Malek es completa, desde aquel joven inmigrante que lucha por redescubrir su identidad en un país ajeno mientras batalla contra la discriminación, hasta el ídolo de masas que imponía su presencia en cualquier lugar.
Otro motivo para deleitarse es cada uno de los momentos musicales, con la voz de Mercury en los altavoces y la impecable interpretación en playback de los actores en la pantalla. Los otros tres miembros del cuarteto y la musa de Love of my life, Mary Austin, tienen su propio peso en los episodios de mayor drama, pero no dejan de ser funcionales al relato.
Es una lástima que el guion no le haya permitido a Malek explorar a fondo los demonios personales del personaje y que aborde con exceso de cautela temas como su identidad sexual y la lucha contra el VIH.