La bibliotecología, una profesión que se remoza

Verónica Maigua, presidenta Anabe.

Los miembros de la Asociación Nacional de Bibliotecarios Eugenio Espejo (Anabe) encendieron la alarma. El pasado 15 de noviembre publicaron un comunicado en el que rechazan las declaraciones de Alejandro Ribadeneira, titular de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).

Sobre los cupos asignados a los bachilleres para las carreras universitarias, el funcionario citó como ejemplo, en un canal de TV, que “hay una carrera de bibliotecología que se queda ahí los cupos y nadie quiere tomarlos. Hay carreras que no son demandadas y si no son demandadas hay que empezar un cierre ordenado…”.

Los miembros de la Anabe sostienen en su comunicado que la función de la bibliotecología va más allá de la alfabetización y el fomento a la lectura.

Según los datos que manejan, hasta el 2019 sumaban 2 218 bibliotecarios, a escala nacional, la mayoría son de Manabí y de ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca y Loja. Según la Anabe, no hay ningún indicador sobre el número de bibliotecarios que se necesitan en el país, pero agrega que estos profesionales no solo están capacitados para trabajar en bibliotecas, sino en archivos, centros de documentación, museos, instituciones públicas y privadas.

Al respecto del comunicado de la Anabe, la Senescyt indicó a este Diario que la institución no cuenta con la potestad legal para aprobar o cerrar una carrera y que ha invitado a esta asociación a una reunión en la que se responderá a todas sus inquietudes en relación a la carrera de Bibliotecología.

Sobre estos temas y la importancia de la carrera reflexionaron los bibliotecarios Verónica Maigua y Eduardo Puente.

‘El bibliotecario ayuda a gestionar el conocimiento’

Verónica Maigua
Presidenta Anabe

El trabajo de los bibliotecarios es importante dentro de cualquier sociedad porque no solo estamos capacitados para ordenar y clasificar material impreso y digital dentro de un repositorio, sino para ayudar a generar conocimiento. Con la ayuda de las nuevas herramientas tecnológicas cumplimos diferentes funciones, entre ellas el asesoramiento a estudiantes, investigadores y docentes, en la búsqueda de información dentro de plataformas especializadas. También somos los encargados de resguardar parte del patrimonio cultural del país.

Con el cierre del Sistema Nacional de Bibliotecas (Sinab), por parte del Ministerio de Educación, muchos bibliotecarios escolares fueron reubicados en funciones que no les corresponde, a pesar de tener su título. En contraste, en muchas bibliotecas públicas hay personas que no son profesionales en bibliotecología, sino en otras ramas.

Es importante que la sociedad conozca que para estar al frente de una biblioteca nosotros estudiamos cinco años y que luego nos especializamos en diferentes áreas.

Uno de los retos que tenemos es seguir formándonos en el acceso abierto en material educativo, académico y científico y en derechos de autor.

Asimismo, tenemos que capacitarnos más en temas de investigación y mediación lectora, con el objetivo de conectarnos más con la comunidad. Algunas bibliotecas universitarias cuentan con tecnología de punta, pero hace falta que las autoridades se preocupen más por las bibliotecas públicas.

Autoridades, como el titular de la Senescyt, no deberían hablar de posibles cierres de carreras universitarias, sino de difusión para que los chicos que están en el colegio sepan que pueden hacer una carrera profesional en áreas como la bibliotecología. Otro de los retos que tenemos es trabajar en la digitalización de las colecciones, con el fin de mejorar los servicios de las bibliotecas.

Eduardo Puente, coordinador Anabe.

‘La biblioteca es importante para el tejido social’

Eduardo Puente
Coordinador Anabe

Hoy más que nunca el trabajo del bibliotecario es indispensable y estratégico porque vivimos en la sociedad de la información. Si existen brechas de acceso al conocimiento, no se puede alcanzar mejores niveles de bienestar.

Eso es algo que tienen que entender las autoridades del país. La biblioteca es un espacio importantísimo para fortalecer el tejido social, pero además para garantizar el ejercicio de un derecho cultural, como el del acceso al conocimiento. Hay personas que piensan que, porque existe Internet, ya no son necesarias las bibliotecas ni los bibliotecarios.

La realidad es que la tecnología es solo un complemento para el acceso al conocimiento. En Internet existe tanta información que uno se puede intoxicar. Parte de nuestro trabajo consiste en ayudar a las personas a discernir entre el conocimiento que es válido y todo lo que es seudo conocimiento.

Como profesionales tenemos que estar al día en todos los avances tecnológicos; herramientas que se han incorporado sobre todo en las bibliotecas universitarias. Un bibliotecario tiene que saber manejar repositorios digitales, bibliotecas virtuales, bases de datos de revistas científicas y redes sociales.

Un profesional que no domine estas tecnologías lamentablemente se ha quedado en el pasado.
Asimismo, el bibliotecario necesita tener una visión más amplia del conocimiento. Su trabajo no se puede reducir solamente a clasificar y catalogar libros. Uno de los retos más importantes que tenemos es plantear nuevas estrategias para proyectar las colecciones, en función de los nuevos avances de la ciencia y el conocimiento. Por eso es importante que, como en cualquier otra profesión, apuntemos a las especializaciones. El país necesita bibliotecarios expertos en gestión y administración bibliotecaria, en circulación de contenidos y en conservación y restauración de material bibliográfico. También tenemos que abrirnos a la gestión cultural.

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