Balsapamba oferta canyoning, senderismo y gastronomía

El canyoning es la principal oferta de aventura en Balsapamba. Jorge Rivera desciende por uno de los 25 saltos de agua del sector. Foto cortesía Aventura Balsapamba

El canyoning es la principal oferta de aventura en Balsapamba. Jorge Rivera desciende por uno de los 25 saltos de agua del sector. Foto cortesía Aventura Balsapamba

El canyoning es la principal oferta de aventura en Balsapamba. Jorge Rivera desciende por uno de los 25 saltos de agua del sector. Foto cortesía Aventura Balsapamba

Un frondoso manto verde rodea a la parroquia Balsapamba, en el subtrópico del cantón San Miguel, en Bolívar.

Chorros de agua cristalina descienden por las montañas que rodean a esta parroquia llena de atractivos naturales, y que oferta aventura y gastronomía. Entre el espeso bosque se encuentran 25 saltos de agua, cuevas y playas para el paseo del turista. El agradable clima tropical permite disfrutar las transparentes aguas.

Jorge Rivera, guía naturalista de Balsapamba, indica que la primera parada es en las fincas del sector. Los aventureros tienen la opción de recorrer las plantaciones de naranja, café, caña de azúcar, cacao, plátano y otras frutas. También hay naranjilla, maíz y fréjol.

Los campesinos realizan, por ejemplo, demostraciones a los turistas sobre la utilización del trapiche para sacar el jugo de caña y de los derivados de la caña de azúcar que se elaboran en las grandes pailas de bronce. Se producen panelas y melcochas; se complementa con el dulce de guayaba.

Los campesinos también ofertan la gastronomía de esta provincia. Los caldos de gallina criolla, fritada, maduros con queso, tortillas de maíz, secos de gallina, chigüiles (parecidos a los tamales) y el vino de naranja están en el menú.

Los ciclistas pueden recorrer los senderos y atravesar los pequeños ríos. Foto: cortesía Aventura Balsapamba

“Los sembríos no son fumigados con pesticidas y son agroecológicos. El visitante puede ser parte de las actividades del campo por un instante y luego continuar con la travesía”, asegura el guía.

Las familias son las encargadas de tener los senderos limpios. El trayecto al complejo de cascadas toma una hora. Se recorren pequeñas quebradas y las riberas de los afluentes El Tingo, El Vergel y Cristal.

En el camino, la primera cascada es la de San Joaquín, que tiene un salto de agua de 60 metros. A continuación, le sigue el chorro de agua llamado la Cara del Diablo, de 12 metros; el Tobogán, de 10 m; y las Gemelas, de 6 metros. Las últimas son el Cañón, de 30 m, y la Peña, de 25 metros.

Rivera explica que las aguas no son torrentosas y permite la práctica del canyoning y el descenso por las cascadas. Los guías locales cuentan con equipos de protección: casco, arnés de seguridad, cuerdas y chalecos salvavidas. A los turistas se les entrega ropa de neopreno, botas y zapatos de lona para el agua.

La idea es que “el visitante se conecte con la naturaleza y sus energías. La experiencia es única al estar rodeado del bosque y lejos del bullicio de la ciudad”, comenta Rivera.

Otra de las zonas para disfrutar las cascadas es el centro de la parroquia de Balsapamba. Allí se localizan los descensos de agua: Mariposa Azul, La Chota y La Milagrosa.

Tatiana Saltos, jefa política de Balsapamba, cuenta que esta alternativa turística es para los visitantes que no pueden ascender a la montaña por el invierno. La funcionaria asegura que las tres cascadas son de agua cristalina.

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