22 artistas ecuatorianos arman un ensayo visual de la pandemia

La muestra se exhibe en el Museo Nacional del Ecuador (MuNa) hasta el mes de mayo del 2021. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

La muestra se exhibe en el Museo Nacional del Ecuador (MuNa) hasta el mes de mayo del 2021. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Una mujer observa la escultura de Pablo Gamboa. Al fondo la obra de Enrique E. Álvarez. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

En una de las salas del primer piso del Museo Nacional del Ecuador (MuNa) se exhibe la exposición ‘Incertidumbres. Narrativas de una cotidianidad transformada’. La muestra reúne el trabajo de 22 artistas ecuatorianos.

A través del dibujo, la pintura, la escultura, la ilustración y el ‘collage’, estos artistas exponen sus preocupaciones y reflexiones sobre los problemas y cambios que ha vivido la humanidad durante el último año, a causa de la pandemia del covid-19.

Entre los artistas que exhiben su obra en esta muestra está Enrique Estuardo Álvarez. Él es el autor de ‘Ecuador 2020’, una pintura en la que evidencia la violencia que han sufrido miles de mujeres durante este tiempo de confinamiento.

El rostro que aparece en la pintura de Álvarez muestra las huellas de la doble tragedia: violencia y pandemia. El pavor se cuela a través de la pequeña grieta de un ojo morado, hinchado y sangriento y de una boca cubierta por una mascarilla quirúrgica rota y salpicada de sangre.

En ‘Pandemonuim’, Pablo Gamboa habla del confinamiento desde un ejercicio más metafórico. Su escultura está compuesta por cinco elementos: una jaula, una escalera, unas alas, unas antenas receptoras de televisión y una pequeña cabeza.

La muestra se exhibe en el Museo Nacional del Ecuador (MuNa) hasta el mes de mayo del 2021. 

La cabeza que cuelga dentro de la jaula tiene una venda a la altura de los ojos y una máscara similar a la que usó Hannibal Lecter en ‘El silencio de los inocentes’. Con esta obra, Gamboa amplía las reflexiones sobre el encierro, más allá de lo físico, y lo lleva al plano mental y existencial.

Para hablar de la soledad en este tiempo de pandemia, Irene Cazar pintó ‘Tiempo libre’, una serie con una estética que recuerda a un programa de dibujos animados y que tiene como protagonista a un juguete de su infancia.

Este personaje aparece solo, en la sala, en el comedor, en la cocina e incluso afuera de la casa montado en su automóvil. Una de sus particularidades es que no tiene ninguna expresión en su rostro, quizás con la intención de que cada persona que lo vea le imprima su propio sentimiento.

Desde que se inició la pandemia, el pangolín pasó del anonimato a estar asociado con el origen animal del coronavirus. Sobre él vuelve la artista Ana Fernández en ‘Pangolín y hábitat imaginario’.

Fernández saca al pangolín de los mercados de animales silvestres donde es comercializado y lo lleva de regreso a un espacio poblado de una fauna y flora de ensueño. De esta forma activa una reflexión sobre la forma en la que la humanidad se está relacionando con la naturaleza.

El impacto de la pandemia en el mundo de los sueños también está presente en esta exposición. En ‘Papá’, Christian Tapia plasmó uno de los sueños del “archivo onírico” que armó desde marzo del 2020. Asimismo, la importancia que ha cobrado el mundo de los virus y las bacterias es explorado en la obra de Gabriela Punín, que suturó piel a partir de la simbiosis de ciertos microorganismos.

En la exposición también se exhibe la obra de artistas como Paula Barragán, Pamela Pinto, Teo Monsalve, David Santillán, Miakaela Montenegro, Wilo Ayllón, Francisco Galárraga, Ralex, Ilowasky Ganchala, Irving Ramó, Carlos Echeverría Kossak, Byron Toledo, Álvaro Pazmiño, Raffaella Descalzi, Iza Páez y Bruno Sánchez.

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