En la zona de Picoazá, en el cantón Portoviejo, los artesanos rellenan almohadas con la lana de ceibo que se extrae del bosque seco. Foto: Cortesía Ernesto Pín
El árbol del ceibo está presente en la mayoría del territorio manabita como un sello de identidad de la flora tradicional de sus habitantes.
Cumple funciones vitales en el ecosistema, pero su lana, una de sus principales materias aprovechables, es esencial para mantener viva la tradición textilera de los montuvios de la provincia.
El ceibo es parte del bosque seco tropical de esta zona costera que se engalana por estos grandes arbustos que miden entre 20 y 40 metros de altura.
Tienen un diámetro de hasta de dos metros y a lo largo de su tronco resaltan unos filamentos puntiagudos que hacen casi imposible escalarlos para llegar a sus ramificaciones donde se aloja la lana.
Pero ese ascenso es una tarea que con los años supieron sortear los montuvios de Manabí que ahora son expertos en llegar al tope del árbol sin necesidad de una escalada.
Teodoro Reyes cuenta que un madero fino y de poco peso compuesto por una suerte de cortadora en la punta es la herramienta perfecta para desmontar el producto.
La técnica consiste en cortar el tallo que contiene la corteza en cuyo interior se almacena la lana que se presenta casi similar al algodón que se cultiva en otras regiones del Ecuador.
El producto final tiene la apariencia de una mazorca de maíz de color blanco.
No obstante, al entrar en contacto con los manos se siente una suavidad relajante y hasta se caen ciertas pelusas, explica Reyes, un artesano manabita dedicado hace 45 años al aprovechamiento de la lana del ceibo. En la zona de Picoazá, en el cantón Portoviejo, ciertos textileros aparecen en los portales de las veredas de sus casas en medio de montañas de esta lana del ceibal.
Con esa materia prima elaboran almohadas artesanales que luego salen a la venta a los principales centros de artículos de manualidades de la capital manabita.
Vanesa Santana, una de las emprendedoras de la zona de La Pila, dice que alrededor de este negocio se activaron pequeños microempresarios que tienen redes de trabajadores que se dedican a la elaboración del molde de la almohada.
Ellos proveen de este material a los artesanos que cosechan la lana en los bosques.
Guillermo López, otro habitante de La Pila, cuenta que la tradición de la recolección de la lana es una tradición que se transmite cada día de padres a hijos. En esa dinámica se rememoran antiguas creencias. Por ejemplo, el poder medicinal que tiene este producto.
Según El Diario de Manabí, dormir en colchones y almohadas rellenas de este algodón es propicio para poder conciliar el sueño, especialmente para niños y ancianos.
El valor del ceibo en la fauna manabita tiene un reconocimiento en la provincia.
En el 2015, la Corporación Provincial de Manabí lo declaró como patrimonio natural y símbolo de Manabí.
El objetivo de esta declaratoria es lograr su protección, reproducción y el desarrollo de investigaciones.