El cóndor Killari permanece en el zoológico de Quito, en Guayllabamba, en una área especial. Se cree que no podrá ser liberada en el futuro debido a que bajó de peso en su hábitat natural. Foto: EFE
La reintroducción de las especies no es una tarea fácil. Un desaparecido, un muerto y un ejemplar que no se adaptó a la libertad fue el balance que dejó la primera liberación de cóndores nacidos en cautiverio en Ecuador. El incidente dejó aprendizajes, al igual que una duda: ¿Pueden realmente ser liberados?
A finales del año pasado, el vuelo de las tres aves generaba esperanzas para la conservación de estos animales. Killari fue la primera en disfrutar de su libertad. Desde que nació, siempre estuvo previsto que ese sería su futuro. Pero un mes después, se detectó que el ave no estaba comiendo y se la trasladó nuevamente al sitio donde nació.
Max Araujo, técnico de Proyectos Ambientales de la Fundación Zoológica del Ecuador, defiende que los animales criados “bajo cuidado humano” (prefiere no decir cautiverio) pueden ser liberados.
En Argentina, en cambio, el proceso ha sido exitoso alrededor de 50 veces, y en el caso del cóndor de California, que se consideraba extinto en la naturaleza, se logró la repoblación a través de esta práctica.
La crianza es fundamental, dice Araujo. Killari y sus otros dos compañeros de vuelo no tuvieron contacto humano. Se les dejaba la comida por la noche y nunca estuvieron en exhibición.
Araujo cree que en esta primera liberación hubo factores como la geografía, que complicaron el resultado. En Argentina -dice- el terreno es plano y sin tanta vegetación. Las circunstancias locales afectaron a uno de estos cóndores, que fue encontrado en una quebrada. En el caso del tercero de los ejemplares liberados, no se volvió a tener señales de su paradero.
La edad también pudo influenciar. En el momento de la liberación, el mayor tenía 4 años. Araujo explica que se tuvo que esperar hasta que todos estén listos, ya que se debe reinsertarlos en grupos. Para el ornitólogo Juan Manuel Carrión, este es un paso que ha dejado lecciones. “Prefiero que se cuestione por una acción realizada que por no haber hecho nada”, afirma.
La reproducción en cautiverio ha sido un tema de debate. Shady Heredia, veterinaria y activista por los derechos de los animales, está a favor de esta práctica en el caso de las especies en peligro. Lo importante, para Heredia, es que exista un grupo especializado en el tema. En lo que no está de acuerdo es en la reproducción con la finalidad de que el animal se quede en un zoológico.
Ernesto Arbeláez, biólogo y director del Bioparque y Zoo Amaru, coincide en que se deben hacer planes específicos. En este sitio han logrado la reinserción de 600 ranas de dos especies nativas de Cuenca. También han criado osos andinos, pero todavía no han podido ser liberados.
Con las ranas jambato negro de páramo, especie que se creía extinta en estado natural, se está trabajando en la reproducción en laboratorio. Un año después de los ensayos se logró el nacimiento de 600 ejemplares, cuenta Luis Coloma, investigador y director del Centro Jambatu de Investigación y Conservación de Anfibios.
Para Coloma, desde el punto de vista de preservación, la reproducción es una herramienta adicional cuando las condiciones en el hábitat natural son muy adversas.