El columpio está hecho de una tela de nailon muy resistente. Algunas posturas invierten la posición del cuerpo para permitir que la columna se relaje y se elimine la tensión. Foto: Paúl Rivas/EL COMERCIO
El columpio o hamaca se puede utilizar dentro de la práctica del yoga (de allí sale el nombre ‘air yoga’ o yoga aéreo). A pesar de que no está dentro de los elementos de esta práctica milenaria, su uso empezó con un maestro de la India que encontró en la suspensión del cuerpo una forma de aliviar las tensiones de la columna.
El maestro Ayengar diseñó un sistema de cuerdas pegadas a la pared donde sus estudiantes deberían suspenderse. Luego, esta idea fue modificándose hasta el modelo actual de un columpio hecho con tela de nailon resistente, similar a la tela de paracaídas.
Caridad Ponce, instructora certificada en Shantaya yoga, cuenta que esta práctica es una herramienta muy divertida. “Adapta movimientos y técnicas de la danza aérea, puede o no juntar yoga y otras técnicas acrobáticas”, dice.
En el estudio ubicado en Lumbisí se dictan clases a grupos pequeños, de cuatro a cinco personas. Los niños desde 6 años pueden practicar esta disciplina y para ellos resulta bastante entretenida, indica Ponce. “Al estar colgados y en un columpio, los niños se divierten y para ellos es como un juego y les encanta”, asegura.
A nivel terapéutico el ‘air swing’ ayuda a descomprimir la columna, que está constantemente bajo presión cuando estamos de pie y también cuando estamos sentados.
Al colgar el cuerpo, indica Yan Pacheco, director de AirYoga, se libera la tensión. Los discos intervertebrales pueden expandirse e hidratarse. “Ayuda a fortalecer y elongar toda la musculatura, explorando diversas dimensiones de la naturaleza humana desde una perspectiva desafiante y divertida”, indica Pacheco. Agrega que los practicantes desarrollan una mejor conciencia sinestésica al tratar de lograr equilibrio.
Otros beneficios incluyen una mejora en la flexibilidad del cuerpo debido a la libertad de movimiento que se tiene en el aire. Genera equilibrio y fortaleza en los músculos a causa de la gravedad. Además, ayuda a reducir el estrés, no solo por las posturas que se realizan en las sesiones sino por el tipo de actividad que se caracteriza por ser lúdica y entretenida.
El ‘swing air’ es seguro para la mayoría de personas. El cuerpo no se suspende a gran altura (máximo de 30 a 70 cm del piso). De esta forma, se reduce el riesgo de caer y lastimarse.
Ecuador tiene una red de estudios disponibles en Quito, Cuenca, Guayaquil y Vilcabamba, donde se dictan clases y se hacen seminarios para formar a nuevos instructores.