Escena de la película ‘Proyecto Bullying’, que cuenta con más de 100 actores. Foto: Cortesía Proyecto Bullying
A los nueve años, Felipe Irigoyen fue objeto de ‘bromas’ pesadas por parte de un grupo de vecinos del barrio. A los 11, Andrés Garófalo aprendió a pelear como un ‘juego’ y como una forma de resolver los conflictos en la escuela.
Reconocerse como víctima de ‘bullying’ y aceptar haber sido un abusador no ha sido fácil para ninguno de ellos. Pese a estar en lados opuestos de esta problemática, los dos han encontrado en el cine la mejor vía para canalizar sus experiencias y proponer un espacio de mediación y diálogo.
Esa es la idea bajo la cual se produjo ‘Proyecto Bullying’, la ópera prima con la que Irigoyen y Garófalo debutan como directores en el cine ecuatoriano y que llegará a la pantalla grande el viernes.
Es una comedia colegial que sigue la historia de Nicolás, el chico nuevo, y sus esfuerzos para encajar en un colegio donde la violencia descontrolada le hará vivir una de las experiencias más difíciles de su vida, en un ambiente de fiestas, romances, excesos y chismes.
El proyecto surgió hace cuatro años, en un taller de actuación en el que coincidieron Irigoyen, que estudiaba Multimedia y Producción Audiovisual, y Garófalo, que cursaba la carrera de Cine, ambos en la Universidad de las Américas.
Durante seis meses, Garófalo se hizo cargo de un guion que transitó del drama a la comedia, como estrategia para exponer un tema complejo de una forma entretenida, para un público familiar.
Iniciaron la producción con un casting al que acudieron cerca de 500 personas. Buscaban estudiantes secundarios con perfiles que proyecten diversidad frente a la cámara.
Nicolás Loor, María Fernanda Ribadeneira y Roberto Montesdeoca se convirtieron en los protagonistas tras siete meses de capacitación. Irigoyen destaca el compromiso de los más de 100 actores que participaron en el filme. La película empezó a filmarse con un libreto que aún no tenía su final escrito.
“A veces la solución a un problema de guion está en las situaciones más comunes y cotidianas”, dice Garófalo sobre su primera experiencia en la escritura.
Para los directores, cada etapa de la producción fue un aprendizaje, tanto de sus acierto como de sus errores. Al revisar el material, el sonido directo no servía y el audio tuvo que doblarse por completo. Pero los realizadores están satisfechos con el resultado final y, después de su temporada en cines, quieren llevar el filme a los colegios para generar conciencia sobre el acoso escolar.