En los cantones de Píllaro y Tisaleo, en Tungurahua, tres artesanos mantienen vigente el arte de la elaboración de las arpas y las guitarras. Ellos se resisten a dejar esa actividad que heredaron de sus padres o que aprendieron como un oficio en su niñez. Con la madera de capulí, ébano, pino y otras fabrican finos instrumentos musicales.