El descubrimiento de un guión escrito en 1956 por Stanley Kubrick es una "pieza perdida del puzzle" de un director que continúa fascinando veinte años después de su muerte, según señaló hoy (16 de julio del 2018) el responsable del hallazgo, el profesor de Cine de la Universidad galesa de Bangor Nathan Abrams.
El de Stefan Zweig (1881-1942) fue el oscurecer de un pensador incuestionablemente cosmopolita, verdaderamente humanista, atormentado por el exilio y por la posibilidad -a la época de su muerte, cierta- de que los nazis no solo acabaran con lo que él creía que era la tradición artística europea, sino que se hicieran con el control del mundo. Lo de Zweig también fue la alergia a la irracionalidad del nacionalismo, al delirio de todo lo autoritario, la reacción de una mente cultivada y aguda ante la marea alta de la barbarie. En pocas palabras (y en palabras nabokovianas) la melancolía del hombre ilustrado.