Carmen Carreño se asume como una artista alejada de los conceptos. Para ella, enfrentarse teóricamente a la obra de arte es una oportunidad para desencantarse con lo placentero que resulta el proceso creativo. Mientras que el trabajo dentro del taller es una experiencia hedonista, definir desde dónde se produce una pieza anula, de cierta manera, esa misma experiencia.