En el sector de El Inga funciona desde el año 2003 el relleno sanitario que recibe los desechos sólidos que se generan en el Distrito Metropolitano de Quito. Técnicamente concebido durante la administración del alcalde Paco Moncayo, sustituyó al botadero de basura que existió durante muchos años en el sector cercano a Zámbiza, en donde ahora está la Estación de Transferencia, y en donde los desechos no tenían sino tratamiento elemental. Un relleno sanitario es indispensable para tratar técnicamente la basura que se produce y acumula y cuyo volumen –2200 toneladas diarias- crece cada día a falta de educación y colaboración ciudadana para separarla en origen y procesarla y reciclarla en alta proporción. Fundamental es el tratamiento de lixiviados, que son líquidos tóxicos que se producen por la descomposición de la basura. Cuando se instaló el relleno sanitario su operación y manejo estuvo a cargo de Corpcys, una empresa de las Fuerzas Armadas. Terminado ese contrato por problemas con las comunidades, se encargó de la operación la Fundación Natura, entidad sin fines de lucro que asumió esa tarea con responsabilidad digna de relevarse. Al terminar el contrato con Corpcys se incluyó entre sus obligaciones la de traspasar a favor de la Municipalidad los terrenos aledaños, al costado oriental de la vía E35, con lo que existiría una reserva adecuada para ampliaciones futuras. Han pasado dos administraciones municipales y la mitad de la actual y hasta la fecha no se ha formalizado ese traspaso, con lo que acabaría la angustia permanente por falta de espacio. El tratamiento de los lixiviados, a cargo de una empresa especializada, obligó la utilización del mecanismo del Protocolo de Kyoto, con lo que la tarifa fue menor. Deshaciendo todo lo que hizo la administración anterior, inveterada y perniciosa costumbre ecuatoriana, se terminó el contrato con Natura, llevándola a su lamentable, inconveniente e injusta liquidación. La Municipalidad asumió la operación creando la empresa Emgirs en el 2010. Mientras Natura operaba con 12 personas, Emgirs tiene ahora casi 800 empleados. Y lo que es más grave, no logra resolver el problema del tratamiento y acumulación de lixiviados, que origina potenciales graves peligros para las comunidades y el agua de los ríos aledaños. Los líquidos lixiviados se acumulan a diario. El tratamiento que se les da no impide esa acumulación. No existe capacidad técnica ni financiera para hacerlo con eficiencia y oportunidad.
Los prejuicios impiden reconocer que la colaboración público-privada es positiva. El adecuado equilibrio para brindar un servicio eficiente –que es la función primordial de la Municipalidad- y el interés general, se puede lograr concesionando el manejo integral del relleno –que es más que tratar los lixiviados-, con transparencia y reglas claras, evitando inflar más la asfixiante burocracia municipal.