Los corredores del Campus Party quedaron estrechos para caminar con holgura. Se convirtieron en pistas de despegue -y aterrizaje- de los drones que llevaron los campuseros. Se elevaban en el momento menos pensado, sorprendiendo a los despistados que pasaban cerca y que escapaban de chocar con la nave no tripulada.
Su misión es seguir una línea marcada de color negro en una superficie blanca. Funciona de forma autónoma ya que no es guiado por ningún dispositivo móvil o una computadora. Se trata de un robot seguidor de línea que fue desarrollado por Byron Valverde y Paul Ordóñez, miembros del club de robótica del Instituto Tecnológico Superior Sucre de Quito.