Es un matriarcado. Aquí son las mujeres quienes mantienen a sus familias, educan a sus hijos, lideran a la comunidad, gobiernan el hogar y se levantan en las noches a defender a los suyos en caso de escuchar algún ruido extraño. Ellas llevan, desde hace 20 años, los pantalones bien fajados dentro y fuera de casa. Además, todas son afrodescendientes.
Desde la calle se escucha el ritmo de la bomba que sale por la ventana de una de las casas, en la Pisullí. De las 15 personas que caminan por la vía principal, a la altura del parque, 12 son afrodescendientes.