Ohad Naharin ha logrado quizá una de las definiciones más perfectas de la danza. Parafraseándolo, dice algo más o menos así: Es un eco, porque a cada movimiento, al movimiento de mi mano, por ejemplo, siguen otros movimientos del cuerpo. Un eco. En oleadas bruscas o casi imperceptibles, pero ningún movimiento se queda sin consecuencias. Físicas y emocionales.