El niño belga Laurent Simons tiene tan solo 11 años, pero ya cuenta con formación en ingeniería eléctrica, un grado universitario en Física y planea añadir masteres, doctorados y carreras en Química y Medicina.
En un pequeño patio del segundo piso del Museo del Alabado hay una higuera. Frente a este árbol, de más de ochenta años, y rodeada por piezas precolombinas con más de 2 000 años de existencia, María Fernanda Cartagena, directora de este repositorio de la memoria, charla sobre la inmortalidad, una idea que ha preocupado a los seres humanos desde tiempos inmemorables y que ella matiza a través de sus intereses por las espiritualidades que se generan desde Oriente.
El primer emperador de China, el muy temido Qin Shihuang, había ordenado a su administración que le hallara el elixir de la inmortalidad, según un texto milenario encontrado tras excavaciones arqueológicas en el sur del país, informa la agencia Xinhua.
Pensar que se puede contactar con un ser querido aún después de su fallecimiento ahora es posible a través de Internet. Las plataformas web, además, de ser un espacio para que las personas expongan su vida, también empiezan a enfocarse en otra etapa: su muerte.