Como entre nosotros es sabido que no abundan los lectores de obras literarias en cualquiera de sus géneros, las librerías de Quito son en extremo limitadas si se las compara tan solo con las de Bogotá y, para colmo, no contamos con críticos de buen nivel que orienten nuestras lecturas, el resultado suele ser la soledad mediocre que se la siente en los hombros caídos de los lectores quiteños. Como antídoto, a un grupo de médicos se nos dio por crear una tertulia de lectores que ha venido funcionando sin interrupciones a partir de enero de 2008, en reuniones por lo general mensuales. No siempre asisten todos, las más de las veces por hallarse fuera del país cumpliendo actividades profesionales. Eso sí, retornan con libros bien recomendados, de gran crítica, ineludibles en un foro que ha ido adquiriendo rigores y exigencias. Tales novedades contribuyen a situarnos con familiaridad en la aldea global, concepto que bien le corresponde al mundo de las letras al momento presente.