La erupción del volcán submarino de Tonga fue "cientos de veces" más fuerte que la bomba atómica de Hiroshima, según la NASA.
Nacida del miedo al apocalipsis y destinada a impedir nuevas guerras, la disuasión nuclear sigue siendo uno de los pilares del orden mundial, a pesar de los embates de la proliferación. “El arma nuclear estructuró la Guerra Fría, y luego atravesó el Muro de Berlín para seguir siendo el instrumento de una estrategia de defensa y de afirmación de potencia”, señala Philippe Wodka-Gallien, experto en tecnología militar en la Revista de Defensa Nacional francesa. Durante toda la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética, atrincherados detrás de montañas de cabezas nucleares, amenazaron con destruirse mutuamente si peligraban sus intereses vitales. Veinte años después, el arma atómica en poder de nueve países -Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China, India, Pakistán, Corea del Norte y oficiosamente Israel- sigue “teniendo éxito” pese al debate ininterrumpido sobre el riesgo de un “invierno nuclear” y la urgencia de un desarme. “¿Cómo explicar la ausencia totalmente inédita