Se acercan a la treintena los fallecidos en estos días por consumir bebidas alcohólicas en base a metanol, de producción artesanal y sin registro sanitario.
Se estima en 250 los intoxicados, de los cuales un número indeterminado padecerán de ceguera.
Las autoridades reaccionaron requisando una gran cantidad de alcoholes artesanales. No debió esperarse a que se dé una tragedia para confiscar estas bebidas ilegales.
Se declaró la ley seca, acatada por las empresas productoras y comercializadoras de bebidas alcohólicas que actúan dentro del marco legal. El campo quedó abierto a las bebidas ilegales.
Está probado que el consumo excesivo de alcohol es dañino a la salud; que se debe propender a la moderación de su uso. Las autoridades lo atacan mediante la ley seca y gravando prohibitivamente a las bebidas alcohólicas.
La dificultad de conseguir bebidas los fines de semana y los impuestos solo afectan a las bebidas controladas; lo que se logra es favorecer el consumo de bebidas adulteradas.
Se prepara una nueva reforma al Régimen Tributario para las bebidas alcohólicas. El impuesto ahora estará en función del grado alcohólico. Eso quiere decir que dos bebidas con el mismo contenido alcohólico, una “popular” y otra “de lujo”, pagarán el mismo valor por impuestos. O sea, la popular pagará proporcionalmente más que la de lujo.
Mientras más barato sea un licor que cuenta con registro sanitario, más subirá de precio. Se busca que los pobres dejen el alcohol, por no poder pagarlo. Pero mayor será el número de bebedores pobres que recurrirán al licor artesanal.
Una política que entienda la naturaleza humana aceptaría que el hombre bebe para divertirse, ahogar penas o aliviar tensiones. El consumo de alcohol es inevitable. Más bien debe concienciarse a la población, mediante campañas, que es nocivo beber en exceso, y peor bebidas sin registro sanitario.
Además es necesaria una acción permanente de requisa de licores, fármacos y productos alimenticios que carecen de registro sanitario. Deben tomarse unidades de las perchas para constatar que los productos en venta reúnen las características de las muestras presentadas para la obtención del registro sanitario.
Es apropiado que se grave a las bebidas alcohólicas, pero no tanto como para tentar al consumidor a recurrir al mercado negro: el pobre, a los licores sin registro sanitario, la clase media hacia proveedores que ofrecen licores de marca traídos de contrabando, los que con frecuencia son falsificados.
Igual cosa para los cigarrillos: los impuestos exagerados no harán que la gente deje de fumar, sino que prolifere el contrabando.
El reflejo condicionado de las autoridades, gravar y prohibir, exacerba el problema. Esta también es una ceguera, que aflige a los regímenes socialistas.