Las relaciones de Estados Unidos con sus vecinos del sur no son fáciles. Además de las evidentes asimetrías en cuanto a poder político y bienestar social, existen sobre todo enormes diferencias entre las culturas políticas. Los enfoques políticos sobre cuestiones internas siempre se han entremezclado con estrategias sobre asuntos exteriores y de seguridad y esto ha provocado, por ende, efectos “intermésticos” difíciles de regular en sociedades tan diferentes. Estos efectos se acentuaron aún más por la dualidad en las cúpulas políticas de los países latinoamericanos: algunas aceptan el liderazgo estadounidense mientras que otras quieren reducirlo. Para América Latina, los ejes políticos centrales son, precisamente, los temas que resultan determinantes para el presidente Donald Trump (comercio, medioambiente y migración), tanto frente a sus votantes como en lo que se refiere a su posicionamiento internacional. Por ello, es casi inevitable que haya un conflicto de intereses permanente. Pe