"Excmo. Señor don Alejandro Pidal y Mon, Director de la Real Academia Española de la Lengua. / Madrid. / Excelentísimo Señor: Hay, como V.E. bien lo sabe, entre la lengua que se habla y el ánima del hombre una unión tan íntima, un vínculo tan apretado, una dependencia tan recíproca, que el lenguaje viene a ser, por eso, uno como espejo vivo, en que aparece reflejada el alma, con exactitud: cultivar, pues, el idioma, estudiarlo, analizarlo y procurar conservarlo puro, genuino e incontaminado es obra civilizadora; y tanto más civilizadora cuanto (como sucede en el castellano) el idioma que se habla sea más perfecto, más rico, más variado y esté ya fijado mediante la formación de una literatura, en la cual lo que solemos llamar el fondo de las obras literarias se halle en armonía con la expresión". Federico González Suárez, Quito, 24 de marzo de 1908.