El Día Internacional de la Mujer se conmemora cada 8 de marzo y las recicladoras que trabajan en esa actividad viven esta fecha como un día más de superación. Son madres, hijas, esposas, abuelas o hermanas que, diariamente, se enfrentan a una serie de dificultades para sacar adelante a sus familias.
Según datos de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), a escala nacional hay más de 20 000 recicladores. En Quito son cerca de 3 500. La mayoría son mujeres y jefas de hogar.
Su presidenta, Juana Iza, cuenta que cada vez hay más gente que subsiste de esa labor, principalmente extranjeros que llegan al país. “Yo pertenezco a una organización conformada por 10 señoras y un compañero. También tenemos bastantes adultos mayores”.
A su juicio, el Día de la Mujer debe ser recordado durante todo el año, por su sacrificio, pues salen a trabajar de lunes a domingo y eso lo compaginan con otras actividades, como atender a sus familias, cuidar a sus padres adultos mayores o estudiar la secundaria.
Así ocurre con Jessica Pillajo, de 26 años. Su jornada comienza a las 06:00. Primero acude junto a sus compañeras a las afueras de un centro comercial y a otros puntos de reciclaje, para recoger los residuos de plástico, papel y cartón. Luego los lleva al Centro de Gestión Ambiental de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión de Residuos Sólidos (Emgirs).
Termina sus labores a las 17:00 y se dirige a su casa para seguir las clases por Internet. Aspira a terminar el bachillerato en dos años y no descarta seguir la carrera de chef.
Sus niños, de 11 y 7 años, se sienten orgullosos de su madre porque con su trabajo los saca adelante. Sus ingresos mensuales son de aproximadamente USD 350 y con eso costea movilización, comida y paga las cuotas de los electrodomésticos que compró.
Thalía Coyago, de 23, también cursa la secundaria y se graduará en seis meses. Luego tiene previsto inscribirse en la universidad. Para ella, lo más difícil de su trabajo ha sido cargar los pesados sacos con deshechos, esto le ha generado un desgarro en la espalda.
Su médico le recetó unas ampolletas que por el momento le han calmado los dolores. Cuenta que sus colegas se han lastimado con los pedazos de vidrios que la gente deja en las fundas plásticas. “Una vez me corté el pecho mientras trabajaba. Son gajes del oficio y tenemos que seguir. A veces ni los guantes nos protegen”.
Su esposo comercializa bizcochos en el Centro de Quito, pero las ventas han sido bajas en los últimos meses, por lo que ella tiene que asumir los gastos del hogar.
Thalía y Jessica son parte de los cinco centros de Educación y Gestión Ambiental (Cegam) de Emgirs, que cuentan con 38 recicladores en toda la capital. 27 son mujeres, 11 son chicas cabezas de hogar y 19, madres. Su edad oscila entre los 22 y los 72 años.
Para Emgirs, lo más delicado en medio de la emergencia sanitaria fue que seis socias contrajeron covid-19; pero no hubo fallecidas.
De otro lado, 137 mujeres laboran en la estación de transferencia Norte como recicladoras. 36 señoras hacen lo mismo en la escombrera Troje 4. En la de San Antonio, en Tanlahua, son 55. En esos lugares hay adultas mayores y madres.
Varias se enfermaron de coronavirus, pero no hubo fallecidas. Gloria Quinchimbla, dirigente de la Asociación de Gestores del valle de Tumbaco, asegura que la pandemia no afectó de gravedad a las socias de su grupo, porque se cuidaron con guantes y mascarillas.
Sus ingresos alcanzan los USD 350 mensuales, con los que mantiene a sus tres hijos: de 18, 16 y 11 años. También le alcanza para cubrir los servicios básicos, pasajes y alimentación. Su esposo es albañil y solo tiene trabajos eventuales, por lo que ella mantiene sola, por momentos, a toda su familia.
A veces, Quinchimbla ha encontrado ropa, zapatos o juguetes en buenas condiciones que les ha llevado a sus hijos. Considera al Día de la Mujer como una fecha muy especial, en la que se debe destacar el trabajo de las recicladoras. Por eso, ella y sus 12 compañeras siempre organizan una comida para recordar esa fecha.
Asegura que son unidas y que los ingresos de la Asociación de Gestores del Valle se dividen por igual, de acuerdo con la cantidad de material que recolectan en las jornadas de trabajo. “Laboramos muy duro para obtener la mayor cantidad de ingresos. Lo que más ganamos fue USD 400 en enero de este año y lo menor fue USD 200”.
Pidió a la gente que aprenda a reciclar y que acuda a los centros de gestión ambiental de Emgirs a dejar sus residuos de papel, cartón, plástico, vidrio y tetra pak. Con eso pueden ayudar a la manutención de cientos de familias.
La dirigente siempre está pendiente de que a sus compañeras de la asociación no les falte nada, principalmente a quienes son madres solteras y cabezas de hogar. Se aconsejan, se guían y siempre permanecen juntas mientras salen a recorrer las calles.
Mélida Coyago contó que lleva seis años como recicladora de latas de atún, bolsas de ‘snacks’ y chatarra. A su juicio, lo más difícil es cargar los bultos con desperdicios, pero lo tiene que hacer para pagar la colegiatura de sus cinco hijos, de 25, 22, 19, 18 y 11 años. No estudió la secundaria y se retiró cuando acabó sexto grado. Por eso, su mayor motivación es ver cómo sus hijos se superan en los estudios.
A su criterio, entre sus colegas hay bastante compañerismo. Se prestan dinero cuando necesitan o nunca falta un consejo para ayudarse emocionalmente si tienen problemas. “Así demostramos que, como mujeres, somos un solo equipo que nos apoyamos”.
Greta Canencia, funcionaria de Emgirs, que dirige a la asociación de Gestores del Valle de Tumbaco, manifestó que las agremiadas se organizaron para celebrar el Día Internacional de la Mujer y su similar del Reciclador.