Los emprendimientos en cacao, café, guayusa, artesanías ancestrales y otros productos están en pleno apogeo en los cantones de Napo.
Los agricultores de Tsatsyacu elaboran barras de chocolate negro, neeps o cacao troceado y bombones; también, preparan guayusa triturada. Serafina Cerda fabrica cerámica de barro -utilitaria y decorativa-, que lleva marcados los petroglifos del Valle Sagrado de Cotundo, una zona ancestral kichwa.
Los primeros son del cantón Julio Arosemena Tola. Su emprendimiento tiene una pequeña fábrica, ubicada en la vía hacia Puyo, para procesar el cacao que entregan 180 familias de 13 comunidades ubicadas en el sur de Napo. A un lado de allí funciona una tienda de comercialización de los productos de Tsatsyacu y otros negocios comunitarios, que se ofrecen a los turistas que están de paso.
David Moreno, administrador del negocio, cuenta que decidieron aprovechar el cacao para procesarlo y mejorar sus ingresos.
Sus primeras barras de chocolate se elaboraron en el 2016, luego de que recibieron ayuda económica de la Unión Europea, la Prefectura, la FAO y Cefa (una fundación italiana).
Actualmente está en proceso de construcción un nuevo local de ventas, que tendrá una mejor imagen y será más amplio.
En esa tienda también se ofertan productos provenientes de otros emprendimientos, como lomitos de cachama, crema de chocolate, licor de cacao y demás elaborados.
En temporadas bajas, como ahora, mensualmente procesan entre cuatro y cinco quintales de cacao, pero en tiempos de buenas ventas obtienen hasta 12 quintales.
Las 180 familias socias tienen 400 hectáreas, pero solo se procesa el 30% en productos elaborados. Para el 2019 se tiene planificado aprovechar el 80% de esa área. Cada quintal es comprado al agricultor en USD 100, cuando en el mercado pagan 60. Esa es una de las ventajas que consiguieron al asociarse.
Otra línea de negocios es la guayusa. Se seca las hojas, se tritura y se preparan fundas de té.
En la vía a Muyuna, en la ciudad de Tena, Serafina Cerda es dueña de una habilidad única: con sus manos fabrica cerámica de barro, que llevan petroglifos en alto relieve (dibujos encontrados en unas piedras en la zona de Cotundo). Ese talento fue reconocido por la Unión Europea (UE), que le dio un certificado por fortalecer el patrimonio iconográfico del Ecuador antiguo y por innovar productos artesanal con identidad cultural.
Cerda, de 60 años, se dedica a este oficio desde hace un cuarto de siglo, con sus cuatro hijas, que aprendieron su técnica. Así se convirtió en un negocio familiar reconocido.
Cintya Nantipa, hija de Cerda, cuenta que sus cerámicas son hechas en hornos y con la técnica del humeado que le da el color negro.
Ellas elaboran mokawas en la que se bebe la guayusa, además de tazas, platos, vasijas, jarrones y artesanías para adornos.
Esas cerámicas y los chocolates son comercializados bajo el nombre de Napu Marka, el sello provincial creado por la Prefectura para posicionar a Napo en el mercado.
Sofía Murgueytio, vocera oficial de esta iniciativa, comenta que la marca nació para impulsar esos productos y los servicios integrados de turismo, que se consiguieron en estos dos períodos de gestión del Prefecto.
Los productos de Napo se ofrecen desde el año pasado en una isla en el centro comercial CCI, de Quito; además, se dispone de un catálogo. También se cuenta con una tienda en Tena; otros sitio de expendio está en el comisariato naval de Guayaquil y se tiene una unidad móvil que recorre ferias, llevando los productos. Esta se ha desplazado a Manabí, Guayaquil y estará en noviembre en Cuenca. “Esa marca ha dado sentido de pertenencia y orgullo a Napo”, comenta Murgueytio.
Profesores y estudiantes participan en proyectos de investigación productiva
Arquitectura sostenible, Biocomercio y Agroecología son las nuevas carreras universitarias creadas en Tena.
Esa oferta académica es de la Universidad Regional Amazónica Ikiam, que funciona en este cantón. Esas opciones
nacieron con la finalidad de aprovechar el potencial de la provincia en la producción agrícola sin afectar las
áreas protegidas o dañar el ecosistema.
El primer semestre de esta nueva oferta académica comenzó este mes, con más de 120 alumnos inscritos. En total, la
universidad tiene 400 estudiantes, de los cuales 200 son de Napo. Además de las carreras incorporadas, constan en
el pénsum Ciencias del Agua, Ecosistemas, Biotecnología y Geociencias.
Los alumnos que arrancaron este nuevo año lectivo se preparan en proyectos productivos y de biocomercio con un alto valor agregado para apoyar a las comunidades.
Ellos también se involucrarán en la mejora de sus prácticas agrícolas y aprenderán a construir de forma sustentable, aprovechando los materiales del entorno.
Mientras esa meta se concreta, Ikiam se ha involucrado con un proyecto de investigación de la guayusa, con ayuda de la Cooperación Española. Se trabaja en una planta de procesamiento en la comunidad de Atacavi, para tener productos derivados de esta hoja.
También se impulsa un estudio para conocer qué tipo de bebida de guayusa agradaría a los consumidores de Tena, Quito y Guayaquil. El trabajo se realiza con muestras y el apoyo de 1 000 personas de esas tres zonas.
La idea es saber cómo le gustaría beber la guayusa y hay tres opciones: refresco, energizante o té. Además, se hacen ensayos para decidir en qué tipo de presentación. Los resultados se conocerán el próximo año y se involucrará a las comunidades que cultivan esta planta, cuya hoja tiene varias propiedades, como antioxidante y energética.
Un proyecto que ya arroja resultados es un dispositivo de alerta para monitorear la crecida de los ríos. Luego de una inundación de la ciudad de Tena en septiembre de 2017, Angie Jiménez, Jairo Cabrera y Andrea Soria crearon “tsunki”, que son sensores que miden y analizan el caudal de los afluentes. El prototipo cuesta USD 20, pero se espera mejorarlo y masificar su producción.