Las últimas votaciones en Ecuador, con el resultado de los candidatos finalistas y el triunfo del SI sobre el Yasuní, demuestran claramente que la gente está más allá de las ideologías políticas. Solo los ortodoxos pueden calificar al triunfo del SI como de izquierda y al triunfo del candidato Noboa como de derecha; como también los votos de Zurita, Topic y Otto.
De ser así, el ecologista Yaku Pérez habría tenido tantos votos como los que votaron por el SÍ en la consulta. Mirar las cosas desde el dogma ideológico establecido significaría que el ecuatoriano tiene una conciencia política de derecha y una conciencia ambiental de izquierda. O que la mayoría son ecologistas de derecha. Seguir dividiendo las cosas de esta manera es no entender la realidad tal cual es.
Hasta hace unos treinta años, las posiciones ideológicas derecha-izquierda marcaban en alguna medida la política, pero desde entonces este binarismo se ha ido desvaneciendo y ahora sobrevive en un pequeño sector que sigue operando de acuerdo a esta lógica.
Y esto no sólo ocurre en Ecuador sino en todo el mundo. La gente ya no se deja manipular por las ideologías convencionales; saben que los políticos juegan su propio juego, y que pueden cambiar fácilmente de una tendencia a otra. La propia candidata correista comenzó su carrera política en el partido Social Cristiano. ¿Cuál es la gran diferencia entre estos partidos? Sólo que los unos hacen más hincapié en la influencia del Estado, pero nada estructural.
Esto nos lleva a distinguir las diferencias políticas dentro de otras categorías. Los pueblos siempre van un paso por delante de los intelectuales. Y esto, no puede verse como algo negativo; al contrario, significa que estamos pasando a otro nivel mucho más profundo, más allá del paso por los partidos para la acción política, y nos acercamos a otras formas de participación y elección, que implica otras formas de organización y operación sobre el poder y sus formas de control.