La nueva Presidenta argentina afirmaba el kirchnerismo ahora devenido en ‘cristinismo’ y se desprendía del peronismo puro y duro. Para ello basta ver la conformación de su actual Gabinete, así como la preponderancia que se le ha dado a La Cámpora, el grupo comandado por su hijo, mientras su hija fue la encargada finalmente, de colocarle la banda Presidencial, en un todo de impronta familiar bastante llamativo. Miembros de esa agrupación ocupan puestos de importancia en el amplio espectro de la Administración y tras estas elecciones han aumentado su presencia en el Congreso.
Comicios cuyos resultados han puesto en evidencia que el llamado cuarto poder ni es el gran enemigo ni es tan influyente, ya que una mayoría de la gente optó por darle su voto, por los motivos que fuera, sin tener mayormente en cuenta el contenido de muchas informaciones, análisis y opiniones independientes, sobre aspectos negativos de su gobier-no. Mucho más ascendiente tienen las políticas clientelísti-cas como el Fútbol Para Todos, al que el Estado le acaba de sumar USD 225 millones.
Sin embargo, los rasgos autoritarios, intervencionistas y populistas, que caracterizan a los gobiernos K también los son del peronismo. Las estrategias y avances para controlar a la prensa y asfixiar a la que no cumple con las órdenes del poder parecen un calco del torniquete aplicado por Perón en su primer período, (fue distinto al regreso de Madrid) cuando llevó a la quiebra al prestigioso diario La Prensa en 1951 y pasó a dominar el manejo del papel de diario, insumo vital de los periódicos. El recuerdo de las cuotas de papel importado, otorgadas por la gracia del mandamás, de acuerdo a su fidelidad al Gobierno vuelve a hacerse presente. Aquel control de importaciones y exportaciones obligó a La Nación por años, a no tener más de seis páginas.
La meteórica aprobación en cinco comisiones de Diputados -hoy dominada por el oficialismo, además del rapidísimo pase al senado, del texto originado en dos proyectos presentados por el Ejecutivo en 2010 llamado: “Marco Regulatorio Participativo Para la Fabricación, Comercialización y Distribución de Pasta de Celulosa para Papel de Diario y Papel de Diario”, es parte de la nueva ofensiva del Estado sobre la empresa Papel Prensa, propiedad en un 27% del Estado, de Clarín en un 47% y de La Nación en un 22%. Hasta ahora la importación de papel estuvo desregulada y exenta de aranceles, por lo que esta fábrica, que abastece a 170 diarios en el país, ha debido competir con el mercado internacional.
El objetivo de amordazar la libertad de expresión se mantiene con la misma determinación. Dado que a la prensa escrita no se la puede dominar en la misma forma que a los medios audiovisuales, a los diarios se les ataca por el lado de su materia prima.