Es indudable el liderazgo y poder de convocatoria que tiene Jaime Nebot en Guayaquil. La marcha y concentración cívica de la semana pasada no puede ser más evidente. Cerca de 200 000 personas acudieron a su llamado. No obstante, me pregunto si la estrategia adoptada por Nebot surtirá el efecto deseado: conseguir más recursos del Gobierno, frenar la expansión del partido de Gobierno en Guayaquil, afianzar su liderazgo nacional con proyecciones para una futura contienda electoral, agitar el avispero y mermar la legitimidad del Presidente de la República.
Digo esto porque todos sabemos que lo sucedido la semana pasada en el Puerto Principal no fue solamente una acción cívica por la demanda de mayores recursos. Hay otras cosas que se traen entre manos.
No es que yo quiera cuestionar la decisión legítima que tiene Guayaquil para hacerse escuchar, pero creo que, frente a las actuales circunstancias, no es el momento de izar la bandera de una ciudad sino de todo el Ecuador.
Permítanme que sea más claro. Al autoritarismo, a la corrupción, a la sumisión incondicional de un supuesto líder bolivariano, a la impunidad, a la inobservancia de la ley, a la carencia absoluta de principios y a la infamia hay que combatirla de otra manera.
No voy a decir qué es lo que hay que hacer. Sin embargo, creo que es necesaria la emergencia de nuevas voces con aspiraciones esencialmente propositivas y democráticas. El país requiere de una oposición seria, dentro y fuera de la Asamblea. Esto no excluye la posibilidad de que sectores sociales, trabajadores, estudiantes universitarios y ciudadanía en general se articulen para tomar una postura digna.
Es sorprendente ver cómo en la época de Gutiérrez buena parte de la ciudad de Quito salió a las calles para protestar por lo sucedido en Corte Suprema de Justicia y ahora -pese a los escandalosos fallos y decisiones de varios jueces en torno al caso Filanbanco, el ministro de Deportes, la hija del notario Cabrera, etc.- aquí no pase nada.
¿Qué sucedió? ¿Los forajidos ahora están en el Gobierno? Y si lo están, ¿por qué antes se rasgaban las vestiduras por la “Pichi Corte” y ahora que el Gobierno se toma silenciosamente el Poder Judicial no dicen nada? ¿Sabían que el tema de Bucaram ya está arreglado?
Mañana se realizará en Quito una nueva concentración convocada por Carlos Vera. Y a diferencia de lo sucedido la semana pasada, es necesario pensar en el país en su conjunto. Si en realidad Vera no tiene intenciones presidenciales, haría mucho bien si, de manera desinteresada y sacando a relucir su lado bueno, provoca un milagro: gestar un proceso colectivo que incida positivamente en futuro político de la nación.