La conmoción que ha producido la estudiante chilena Camila Vallejo es de los acontecimientos que hacen historia. Las multitudinarias manifestaciones que lidera lo que reclaman es el derecho que tienen a una educación pública de calidad. Derecho fundamental que el Estado tiene la obligación de garantizarle a la mayor parte de la sociedad chilena: la que llega hasta la clase media. Es decir, a quienes tienen que endeudarse para que sus hijos accedan a la educación privada que es la que se oferta y es de buen nivel. Educación pública gratuita y de calidad es la que se exige: oportunidades iguales para todos. De no ser así no es defendible un sistema por logros económicos que se atribuya. Para llegar a tal objetivo, educación pública gratuita y de calidad, Camila, la estudiante chilena comunista, asegura que sí se contaría con los cuantiosos recursos económicos que se requiere: reforma tributaria, recaudación de impuestos especialmente a las grandes empresas mineras, la mayor parte de ella en manos privadas. A Camila Vallejo se la ve bien informada y de ahí la fuerza y la credibilidad que le asisten: “Con las utilidades declaradas de una sola empresa minera, La Escondida, se podría financiar la educación”.
De vuelta del pasado es lo que significan las manifestaciones de los estudiantes chilenos. Qué lejos han quedado aquellos tiempos en que los primitivos revolucionarios marxistas se impusieron en las universidades latinoamericanas para desde esas trincheras realizar las transformaciones profundas con las que soñaban. Fueron los causantes de un desastre anunciado: la educación superior se fue a pique y la revolución nunca cuajó.
Es para quedarse turulato: que en un país como Chile, un referente iberoamericano en muchos aspectos –incluidos educación, ciencia y tecnología-, sus estudiantes se movilicen por lograr una educación pública de calidad, de acuerdo a estándares internacionales digo yo y así debe pensar Camila Vallejo. Los jóvenes chilenos deben hallarse al borde de la náusea, de ser parte de un mundo cuyos íconos son revolucionarios fracasados y que para una cueca, corrido o cumbia no nos para nadie. Los estudiantes del ‘coloso’ latinoamericano, Brasil, han respondido al llamado de Camila: “Queremos reafirmar la unidad de los movimientos estudiantiles en Chile, en Brasil, en Latinoamérica”. No es para menos: entre las 500 universidades mejores del mundo, tan solo una de las nuestras: la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Cómo reaccionarán los estudiantes ecuatorianos? La educación pública es gratuita. El IECE ofrece miles de becas para estudios de pregrado al igual que son miles los que se hallan haciendo su posgrado totalmente financiado por el Estado. La bandera de lucha: educación pública de calidad, objetivo también del actual Gobierno.