“Aunque duela, luego de 500 años no podemos volver los ojos al pasado, a los conocimientos ancestrales. El desarrollo es el camino para superar la dependencia”.
Un pasado glorioso, el nuestro: el Imperio de los Incas cuyo último gobernante nació en Caranqui y se llamó Atahualpa. El control vertical de los pisos ecológicos, el almacenamiento y la redistribución de los productos agrícolas; la domesticación de llamas, alpacas y vicuñas; los sistemas de riego que requerían avanzados conocimientos de hidrología; una red de caminos estables; igual de avanzados los conocimientos de astrología; la utilización de plantas medicinales; un Dios más allá del Sol; el quechua como elemento unificador; el trabajo colectivo, la minga, en beneficio del bien común; la formación de verdaderos ejércitos (caso único en la América prehispánica), los mitimaes civilizadores, aquellos que desde el Cusco llegaban a los confines del Imperio en el plan de expandir los conocimientos alcanzados. El Incario, una de las diez civilizaciones que recuerdan el paso del hombre sobre la tierra. El Imperio Socialista de los Incas, según Prescott.
Pese a cuanto hemos ponderado, el Tahuantinsuyo carecía de escritura alfabética, el invento más portentoso del hombre, el que se inició hace 5 mil años y fue la base del conocimiento científico una vez que sin registros fidedignos no progresa la ciencia.
La imposición de España no puede explicarse sino como un enfrentamiento cultural; predominó el que sabía leer y escribir. Llegado el siglo XVIII, el de las Ciencias, concluye por imponerse el conocimiento científico al empírico, al del Incario. Es sobre tal diferencia abismal que se inicia el proceso de aculturación en la que los españoles tan poco dados a la observación objetiva imponen usos y costumbres, con resultados catastróficos para los vencidos, quienes carecen de memoria escrita y caen en una esclavitud no vista en Europa (Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Noticias Secretas de América, siglo XVIII).
Aunque duela, luego de 500 años no podemos mirar al pasado, al conocimiento ancestral. El desarrollo es el camino para superar la dependencia.