Ahora que se anuncia la vacuna, vamos perdiendo el miedo al coronavirus o al menos, llenándonos de esperanza de que pronto, muy pronto, esta tragedia va a pasar. Más miedo dan ahora mismo, las elecciones. 16 binomios en la carrera hacia la Presidencia, además de las miles de personas que han contraído el virus y les ha dado la fiebre de la ambición política y que que quieren ser asambleístas: 2.253 candidatos de 547 organizaciones encabezan las listas de principales asambleístas. 255 personas pertenecientes a 17 organizaciones aspiran a 15 curules nacionales. Les han inoculado el afán por el poder y el dinero: 5, 1 millones de dólares para la promoción de los 16 binomios y 15,9 millones para la promoción de los candidatos a la Asamblea. Muchos tendrán su minuto de fama, de camisetas estampadas, afiches y entrevistas de radio, televisión, internet.
Sacar hasta la última gota de petróleo para que nada se quede bajo tierra y que todo se convierta en billetes y prosperidad. Hacer del Ecuador un país megaminero hasta que no quede una sola piedra ni mina ni cantera sin explotar. Cadena perpetua y pena de muerte para los corruptos. Que los presos de las cárceles del país trabajen en la agricultura como parte de su condena. Permisos para portar armas. Bajar el IVA del 12 al 5%. Mil dólares a un millón de familias ecuatorianas en la primera semana de gobierno y hacer oro reciclándo teléfonos celulares viejos. Traer a los mayores cerebros del mundo para que arreglen el país. Cambiar los automóviles a gasolina por automóviles eléctricos. Hacer una consulta para hacer una nueva Constitución en la que el nombre de Dios esté en el primer artículo… así, en resumen, el baratillo de ofertas de campaña.
Y apenas empieza. Y asusta. ¿Qué país están pensando los aspirantes a la Presidencia? ¿Qué país ven en sus afiebrados delirios?
Un candidato dice que con él empieza el cambio y que sabe cómo hacerlo. Otro que va a recuperar la patria que le quitaron y que su grupo de amigos ha hecho suya desde hace más de una década. Otro se encomienda a Dios y otro proclama que hay que atreverse a votar por gente nueva.
Pero no invitan a soñar ni a unirse para salir de la crisis. Salvo por las ofertas de empleo, que tanta falta hace ahora, lo demás parecen palabras huecas, carentes de sentido: los candidatos, con tal de hacerse de votos, dicen cualquier cosa, prometen imposibles en el baratillo de ofertas y no responden a preguntas difíciles que se hace la sociedad ecuatoriana: huyen de temas como el aborto e incluso esquivan temas de la coyuntura, como la vacunación, la atención sanitaria y el enorme retroceso que ha significado la pandemia en la educación. Cuando pasen la fiebre y los delirios, deberán responder al país.