La violencia del narcotráfico y sus secuelas

Un manto de violencia cubre al país. Los crímenes crecen y la modalidad del sicariato sigue llenando las pantallas de TV de modo alarmante.

La fuerza de los asesinatos sorpresivos con el disparo de varias balas se va produciendo cada vez con más sevicia y sangre fría. La modalidad parece importada con sesgos característicos de sitios que durante décadas han sido acosados por el crimen asociado a las mafias de las drogas. Primero Colombia, luego, México.

La seguridad integral compete a la sociedad toda. Pero las fuerzas del orden tienen un papel preponderante. En la tarea de la Policía y complemento de las Fuerzas Armadas descansa la tranquilidad de toda la sociedad que por hoy se encuentra asustada y desconcertada.

La noticia registrada en la página web de este Diario ayer da qué pensar. Murales aparecidos en el sur de Quito. Una bandera mexicana, como telón de fondo, pinturas alusivas a la Virgen de Guadalupe, el nombre de una banda: Vatos Locos, y hasta ‘vigilantes’ que custodian que los ‘murales no se deterioren ni los repinten.

Son todas las alarmas encendidas de que algo crece bajo la superficie. Las advertencias que se recogen en la entrevista con Joel Loaiza, viceministro del Interior, de las operaciones de microtráfico, son recurrentes y se multiplican luego de los episodios que se desataron a raíz de las matanzas carcelarias. En Posorja, los policías han optado por atrincherarse.

Nadie desconoce que los carteles subsidiarios de clanes mexicanos estuvieron detrás de la masacre de los choneros y otras bandas dependientes, por el control de territorios.

Estos signos pintados en paredes pueden ser una señal clara. El microtráfico no opera solo. La droga viene de algún lado y el expendio y la expansión del consumo, estimulada por normas laxas en cuanto a las dosis permitidas, alentaron su popularización. Los jóvenes cada vez acceden más a sustancias peligrosas.

A la identificación de los tentáculos del microtráfico con bandas transnacionales -carteles- y a la seguridad integral debemos dedicar una política de Estado integral y efectiva.