El acuerdo con el Fondo Monetario contiene el compromiso del gobierno ecuatoriano de aumentar sus depósitos en el Banco Central. El gobierno está cumpliendo esa parte del acuerdo y eso es algo muy bueno. Complejo de explicar, pero muy bueno.
Al final, de lo que se trata todo esto es del saldo de la cuenta corriente del gobierno en el Central (BCE) o, técnicamente, de cuánta plata del Tesoro Nacional está depositada en ese banco.
Porque la plata que se deposita en el BCE no es un dinero cualquiera, sino que cumple dos funciones especiales. La primera es que el Central coloca ese dinero en su Reserva Internacional, lo cual le permite cumplir la segunda función que es mejorar el respaldo que la institución da a las variables claves para la dolarización.
El momento en que hay más dinero del Tesoro depositado en el BCE, hay un mejor respaldo del encaje bancario, o sea, a aquella parte de los depósitos del público que los bancos tienen que depositar en el Central.
En otras palabras, los depósitos que usted, estimado lector, tiene en un banco cualquiera, esos depósitos están parcialmente respaldados por lo que su banco deposita en el Central. Así, mientras más dinero esté colocado en el Central, mejor respaldados estarán sus depósitos.
En diciembre del 2017, cuando dizque la “mesa estaba servida”, al cierre del año, el Tesoro tenía 107,6 millones de dólares depositados en el BCE. Eso era el resultado años de un gobierno que, en su desesperación de gastar, había saqueado a todas las instituciones públicas que tenían algo de plata y el BCE era una de esas (el IESS era otra). Los depósitos del Tesoro en el BCE cayeron de 975 millones a fines del 2011 a los ya mencionados USD107 al cierre del 2017. En todo ese período, la cobertura de ciertas variables claves para la dolarización empeoró de manera alarmante.
La buena noticia es que el año pasado esos depósitos cerraron en algo más de USD929 millones, con lo cual la cobertura de esas mismas variables ha mejorado enormemente. Esa es la buena noticia. La muy buena noticia.
La mala noticia es que todavía falta mucho por hacer y en varios frentes. Por un lado, los depósitos deberían crecer más y el gobierno debería, algún día, empezar a pagar sus enormes deudas con el BCE (unos USD6.000 millones). Por otro lado, hay que cambiar las leyes para que en el futuro los gobiernos no puedan quitarle los recursos al Central, recursos que, en la práctica, son de quienes depositan dinero en el sistema financiero.
En resumen, una buena noticia que habla bien del camino recorrido desde el 2018, pero que también vuelve evidente cuanto falta por recorrer.