Siempre es bueno tener claras las cifras de lo que fue la gran farra que vivió el Ecuador entre 2007 y 2014. Y de cuánto nos ha costado, desde 2015, pagar esa farra. Desgraciadamente, si bien se puede calcular esos valores, todavía no podemos saber ni cuánto queda por pagar ni a quién le podremos pasar la cuenta.
Veamos el punto de arranque, veamos cómo estaba el país en diciembre 2006, cuando cerrábamos un año donde el gasto público había sido de USD 9 900 millones (que equivalen a 14 900 millones de dólares actuales) y donde la deuda pública cerraba en USD 13.500 millones.
Un par de años antes, gracias a la construcción del OCP, el país pudo aumentar su producción de petróleo, que pasó de algo menos de 400 000 barriles diarios en 2002 a casi 540 mil barriles en 2006.
Y el precio del petróleo se disparó. En diciembre 1998 un barril de crudo ecuatoriano se vendió en USD 7, mientras que a diciembre 2006 ya estaba en 46 y subiendo (el récord sería junio 2008 con casi 120). O sea, había más petróleo y estaba a mejor precio.
Y con ese precio que subía y subía, se pudo armar la farra más costosa que el país haya visto. El síntoma más evidente fue el aumento del gasto que subió a 47 000 millones de dólares actuales en 2014, es decir, 3,2 veces más de lo que había sido en 2006 (este dato ya está limpiado del efecto de la inflación, es decir, el gasto subió 3,2 veces por encima del aumento de precios).
Ese crecimiento del gasto tuvo dos defectos. El primero es que no estaba financiado y el segundo es que fue tan enorme que distorsionó toda la economía. Veamos lo del financiamiento. A pesar del disparo de los ingresos petroleros y del importante aumento de los impuestos que cobró el gobierno, para el año 2014, la deuda pública había crecido a 30 000 millones, y eso a pesar de la reducción de la deuda externa en 2 000 millones por la moratoria unilateral del 2008 y de ese mismo año que una ley borró 1 000 millones de deuda interna del gobierno con el Banco Central.
Con la caída del precio del petróleo, al cierre de 2014 se acabó la farra y empezaron a llegar las cuentas, primero en forma de más deuda, que para el fin del gobierno de Correa, mayo 2017, ya estaba en 42 000 millones y que para diciembre 2019 llegó a 57 000 millones.
Pero las cuentas no sólo llegaron en forma de más deuda. Parte del costo de la farra es tener una economía que descuidó el sector externo y se enfocó excesivamente en atender la demanda interna, otra parte del costo está en ser un país caro, poco competitivo frente al resto del mundo. Y la farra también la estamos pagando con la falta de empleo, ahora que la suma de empleo no adecuado y desempleo ya llega a 61%.
Trágicamente, todavía hay muchas cuentas por pagar.