Para descontaminar la mente, a veces prefiero dedicar esta columna a la música de los grandes maestros y escribir sobre las obras sinfónicas interpretadas principalmente por la Orquesta Sinfónica Nacional, uno de los mayores referentes de la música académica, que este año ha sufrido los embates de la perversa política y que ha dado como resultado que simplemente deje de tocar.
Tenía un tema para compartir con los lectores. Fui a ver una película con Leonardo di Caprio como actor principal, titulada ‘Shutter island’, traducida como ‘La isla siniestra’, un lugar donde eran internados los enfermos mentales considerados peligrosos en Estados Unidos.
En una de las escenas, situada en la década de los cincuenta, Di Caprio, un investigador policial, entra a la oficina del director del nosocomio mientras este escuchaba una música que parecía una sonata de Johannes Brahms; el médico precisó que se trataba del Cuarteto para piano y cuerdas en la menor de Gustav Mahler.
Admito mi absoluta ignorancia respecto de esa pieza musical pese a que conozco casi todas las nueve sinfonías de Mahler y hasta llegué a pensar que se trataba de un error; que la música que en realidad salía de la radiola correspondía a una composición de Brahms.
El cuarteto ha constituido para mí un descubrimiento invalorable que dura aproximadamente nueve minutos, tiempo suficiente para apreciar todo el talento romántico y creativo de Mahler.
Hablando de descubrimientos, puedo afirmar categóricamente que me sorprendió el disco de pasillos de Juan Fernando Velasco. Admito que tenía mis temores debido a la gran decepción que siempre he sentido cuando una melodía o composición original es triturada y convertida en un ritmo diferente. Cuántos tangos han sido reacondicionados como boleros y cuántos boleros en cumbias o en guarachas.
He sido siempre un admirador de JJ porque su voz fue única, así como fue la de Gardel, la de Mercedes Sosa. No hay nada como las versiones originales.
Velasco disipó todas mis dudas con ese disco de pasillos muy bien interpretados y con una producción excepcional. El artista se pasó un año investigando, contactando con otros artistas y estudiando al pasillo desde sus raíces. Esto dio como resultado el disco ‘Con toda el alma’.
Tenía dudas si ‘Sendas distintas’ sería similar a como la interpretaba la inconfundible voz de Carlota Jaramillo o si los otros pasillos sonarían igual a como los cantaban los Miño Naranjo o el dúo Benítez y Valencia.
El mérito del disco, que vendió 25 000 copias en menos de tres horas, es que permitirá a las nuevas generaciones encontrarse con sus raíces en medio de una avalancha musical sorprendente. Velasco no distorsionó nada, el pasillo suenan en su disco tan romántico como en los tiempos de la rocola.