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Digno de destacar el cambio de la política internacional frente a la dictadura de Maduro y sus compinches en Venezuela. Inicialmente el país recibió con desánimo la negativa del gobierno a sumarse a la declaración del Grupo de Lima que condenó la ilegítima reelección del sátrapa venezolano con el propósito de perpetuarse indefinidamente en el poder. La declaración del presidente Moreno de que el diálogo entre los diferentes sectores de Venezuela sería el único camino para que ese país arroje del poder a la dictadura Chávez-Maduro, fue como escuchar un disco rayado. El Vaticano, ex presidentes latinoamericanos y el español Rodríguez Zapatero, han hecho ingenuos y repetidos esfuerzos para llevar adelante un diálogo en Venezuela. Ya se conoce que las dictaduras de ese tipo jamás entregarán el poder democráticamente.
El gobierno de Ecuador dio un paso realmente importante cuando en la OEA votó, junto con la mayoría de sus miembros, por declarar ilegítimo al gobierno de Maduro que, desafiando una opinión mundial mayoritaria, se posesionó para un nuevo período de 6 años. La Carta Democrática de la OEA y la Doctrina Roldós, obligan a los países miembros a actuar frente a otros regímenes que violan reglas elementales de la democracia y sojuzgan a sus pueblos. Las acciones que se adopten para defender los derechos humanos conculcados -y la crisis humanitaria de Venezuela es evidente- están por encima de los conceptos tradicionales de soberanía y no intervención en asuntos internos.
Enhorabuena, entonces, por el cambio sustancial de la política ecuatoriana frente a la dictadura de Maduro. Hay que abrigar la confianza que igual línea se aplicará frente a regímenes de característica similares. La perpetuación en el poder de Morales, Ortega y su mujer, no puede ser consentida por las democracias latinoamericanas, porque estarían faltando a obligaciones sustanciales nacidas de la carta constitutiva de la OEA y sus desarrollos.
Se han realizado cambios importantes en la conducción de las relaciones exteriores desde que asumió la Cancillería el embajador Valencia, después del desastroso período de Correa, Patiño, Long y Espinosa. Pero es evidente también el aislamiento de Ecuador en materia internacional. Basta mirar las restricciones de los pasaportes ecuatorianos: tienen acceso solamente a 88 países sin necesidad de visa, mientras que los pasaportes de Japón y Singapur acceden a 180 países, España a 168, Chile 161, Costa Rica 136, Honduras 123, Perú 120 y Colombia 112. La necesidad de visa para viajar a muchos países, limita seriamente los viajes de los empresarios ecuatorianos para colocar sus productos en mercados externos. Y en esa medida compiten desfavorablemente con sus colegas de países vecinos y otros competidores.