Nunca en la historia de la humanidad hemos visto en tanto detalle tantos tumbados ajenos. Ni tantas fosas nasales. Hoy, con todas las entrevistas por televisión en las que las cámaras de los entrevistados apuntan hacia arriba y vemos sus rostros desde abajo, lo primero que resalta es la clara vista del tumbado del hogar del entrevistado y sus amplias fosas nasales.
Pues en este curioso ambiente de cámaras enfocadas domésticamente nos tocará analizar los proyectos de ley que acaba de presentar el Gobierno.
Y no sólo son tumbados y narices lo que se ve. Las videoconferencias permiten enfocar la atención en las caras de aburrimiento de algunos asistentes y les han hecho caer en más de un descuido. Hace poco, durante una interesante charla de economía uno de los asistentes virtuales cocinaba con gran concentración lo que perecía ser una sopa de verduras o, al menos, la base de un buen caldo.
Son casi legendarios el asambleísta que tuvo a bien cambiarse de ropa sin apagar su cámara y la señorita que se olvidó de desconectar el video justamente cuando se le ocurrió ir a … (mejor poner aquí un velo de discreción).
Pues en esta era de malos encuadres de cámara, de entrevistados barbones y de entrevistadas con abundantes canas que empiezan a surgir en las raíces, tenemos que encontrar la manera de lograr que el país debata con madurez los dos proyectos de leyes urgentes que llegaron el jueves por la noche a la asamblea.
Los dos proyectos son “Ley para combatir el covid” y la reforma a la “Ley de finanzas públicas”. Cada uno tiene unos 50 artículos y disposiciones transitorias repartidos en ambos casos en unas 30 páginas de denso material jurídico y económico. Y sólo hay 30 días para debatirlos.
Dado que estamos en emergencia, el Gobierno puede mandar más de un proyecto urgente al mismo tiempo y eso es exactamente lo que está pasando. El marco legal lo permite, lo que necesitamos ahora es que el marco humano también lo permita, es decir, que haya la madurez necesaria en toda la sociedad para aceptar la gravedad de situación y para debatir con altura estos proyectos.
Con seguridad, lo más controversial van a ser las “contribuciones” que propone la ley del covid, que son una especie de aumento temporal del impuesto a la renta por nueve meses, un impuesto tan doloroso como necesario porque facilitará obtener recursos afuera.
Pero claro, estamos a diez meses de las próximas elecciones y por más grave que sea la situación del país, es muy fácil imaginarse a los políticos rasgándose las vestiduras y diciendo que permitirán todo menos que se siga esquilmando con impuesto al pueblo ecuatoriano. Será triste si no ven cuan grave es la cosa y cuan urgentes son las medidas extremas.