Kurt Freund Ruf

Transformación de la educación

Como todo proceso de largo plazo no puede ser el programa de un gobierno, sino una política institucionalizada del Estado, con una visión global y objetivos adecuados a cada circunstancia, para crear un país distinto con resultados distintos, que permitan al estudiante ser competitivo, creativo y feliz. Para ello es necesaria una agenda flexible que se reajuste de forma permanente, asimilando los acelerados cambios que exigen los avances tecnológicos futuros, que serán más frecuentes y disruptivos, como lo hemos experimentado y vivido durante este período resiente debido a la pandemia. Esto requiere un enorme compromiso de todos los estamentos de la sociedad, partidos políticos e instituciones públicas y privadas para garantizar su permanencia y sobre todo de las IES para liderar el cambio

El mejor ejemplo está en China que desde 1978 se propuso modernizar el país inspirada en la célebre frase de Deng Xiaoping: «No importa el color de los gatos, mientras cacen ratones». Y ahí está el resultado: hoy compite, tecnológica y económicamente, con los mejores y más innovadores. Mientras tanto, ¿qué hacemos con la Educación Inicial, Educación General Básica, Bachillerato y la Educación Superior: durante los quince o dieciséis años que dura su proceso de transformación, no debemos quedarnos de brazos cruzados. Se puede hacer mucho.

 En primer lugar, capacitar a profesores e introducir la educación STEM —acrónimo de los términos en inglés science, technology, engineering and mathematics: ciencia, tecnología, ingeniería y matemática—, que más bien tiene que transformarse en E-STEM, que incluye la ética y las artes E-STEAM. Debemos aprovechar la tecnología en la modalidad del flipped learning, clase invertida o b-learning. Esta nueva opción educativa —que se ha difundido por la suspensión de clases presenciales a causa de la pandemia— brinda una visión más dinámica y versátil, pues hace un amplio uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Esta modalidad de educación virtual asigna la tarea de realizar lecturas, oír pódcast o ver videoconferencias que corresponden a la materia a tratarse en clase, sea esta a través de Zoom, Teams u otra tecnología similar; o en el caso de clases presenciales, los estudiantes ponen en práctica lo visto y oído guiados por los docentes que hacen de moderadores del debate de manera participativa, lo que permite tener perspectivas distintas sobre un mismo tema y desarrollar trabajo en actividades grupales o colectivas. Esta modalidad permite también desarrollar en los estudiantes distintas habilidades y estilos de aprendizaje, que varían según sus capacidades visuales o auditivas o múltiples inteligencias: lógica-matemática, espacial, musical, lingüística, cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista.

Es un aprendizaje personalizado, progresivo y adaptable a las necesidades y particularidades de cada uno. Todos —introvertidos y extrovertidos— aprenden y progresan. El estudiante, si lo considera necesario, repite las unidades cuantas veces requiera su necesidad de comprensión; sus índices de desconcentración bajan y mejora su retención de lo aprendido. En cuanto a reformar el discurso educativo, debemos descargarlo de perjuicios, que los malos de la película no sigan siendo los empresarios privados que explotan al trabajador; que la acumulación de ahorro no se considere un pecado mortal: está demostrado que el ahorro y la inversión crean empleo y desarrollo; que la utilidad o ganancia no es una explotación o un robo; que la innovación no quita empleo; que todo esto tiene que ver con el neoliberalismo y el capitalismo perverso. Lo garantizado es que el socialismo conjura pobreza y bajos salarios. Como ejemplo tenemos a Argentina , Cuba y Venezuela