Títeres con chip

Un nuevo escándalo. Datos sensibles de millones de ecuatorianos han sido robados, y como siempre llegamos tarde a entender y solucionar el problema. Aquí el Estado debe intervenir, pero en el caso de otros flujos de información, las personas deben colaborar ¿Cómo? Dejando, por ejemplo, de proporcionar alegremente, información sensible a través de las redes.

En efecto, impulsados por nuestra soledad, exhibicionismo, miedo, arribismo, baja autoestima, prejuicios, presentamos en Facebook, públicamente información intima o delicada. Desde la última vestimenta adquirida (si es sexi mejor), el bautizo del guagua con 500 invitados, el viaje a Miami (“Me reporto desde la sala Vip de tal aeropuerto”), el meme contra el venezolano, el afro o el indio. La foto sensual, el restorán de moda, en fin... Y también, por un sentido de colaboración, solidaridad e inquietud intelectual, exponemos buena información: libros, debates de filosofía, política, ciencia, arte, cine, etc..

Con tal información y con la proporcionada por nuestros amigos, los genios de las redes construyen nuestro perfil, y lo venden a bancos, agencias de viajes, aerolíneas, empresas y comercializadoras, cuyas ofertas nos invaden.

En este momento del capitalismo, ya no solo nuestra fuerza de trabajo es una mercancía. Nuestros gustos, miserias, pasiones y traumas psicológicos, convertidos en información, son una preciada mercancía. Somos mercancía.

Los psicólogos que están tras este mega negocio más rentable que el petróleo, dicen que, con los datos procesados de las personas “intervenidas”, se induce en ellas comportamientos con alto nivel de precisión. En otras palabras, nuestros gustos, decisiones de vida, políticas o de identidad, pueden ser moldeadas y manipuladas, por un algoritmo, que guía y genera nuestra reacción. Sin saberlo has dejado de ser ciudadano, no ejerces tu libertad y, una vez más en la historia, te has convertido en títere, pero ahora, con chip.

Este uso anti ético de la tecnología ha alcanzado elevados niveles de sofisticación. Cientos de millones de voluntades fueron manipuladas exitosamente en Inglaterra y Estados Unidos, en los triunfos electorales de Trump y del Brexit (dicen que también en el de Bolsonaro en Brasil). Son casos que han tenido la respectiva intervención judicial y que han puesto, sin mayor efecto, en el banquillo a Cambridge Analytica y a Facebook. Escándalo mundial. Netflix presenta un documental al respecto, su título en castellano: “Nada es privado”.

¿Qué hacer frente a esta invasión de las multinacionales y de los políticos inescrupulosos, que usan la innovación tecnológica para controlar a las sociedades, atentando contra la libertad y la democracia? Los Estados Nacionales son muy débiles. Quizá una respuesta esté en la resistencia de la sociedad y de los individuos con pensamiento crítico, formados por una buena educación.

mluna@elcomercio.org

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