¡Qué rápido pasa la juventud, y qué pronto nos alcanza la vejez!, ppero si la juventud se la vivió a plenitud y la vejez transcurre con la serenidad de la experiencia y la tranquilidad del deber cumplido, ¡qué maravilla! Si la lucidez sigue presente, y se recuerda las obras ejecutadas a lo largo de una vida pública prolífera en que hay más cosas positivas que negativas, ¡qué satisfacción! Si a esto se agrega que el personaje ha desempeñado funciones públicas diversas y las de mayor responsabilidad a las que un ciudadano puede aspirar, se ha cumplido con lo expresado por John F. Kennedy de que no se debe preguntar qué hace la Patria por mí, sino qué puedo hacer yo por la Patria. Es el caso de Sixto Durán Ballén, y sus 90 años cumplidos hace pocas semanas. Si a la paz interior de Durán Ballén se suma el cariño de un pueblo agradecido, que añora a un caballero, la felicidad debe ser inmensa, o “planetaria”, expresión empleada en alguna ocasión por el ex presidente Palacio. Dicen que no caben comparaciones. Pero en épocas borrascosas como por la que se transita, cómo no rememorar los tiempos en que se podía expresar sin temor a ser detenido, o a escribir sin miedo a ser perseguido. O a disentir sin ser enjuiciado. Días en que el Servicio de Rentas Internas era un instrumento de recaudación de impuestos y no brazo armado para callar al opositor, o a quien no compartía ideas del gobernante. ¡Se añora los días cuando Durán Ballén se desempeñó como Presidente!
En estos últimos 4 años la propaganda oficial para ensalzar la figura de un hombre nos invade, sin que el verdadero pueblo pueda salir a las calles porque le rodean “percepciones” (antes llamados ladrones o choros), que matan por un precio, antes no había sicarios, ¡cómo no extrañar las palabras sencillas de Durán Ballén, que buscó el bien del país, y no llenarse los bolsillos ganando juicios por el favor y temor de ciertos jueces.
Ahora el vocabulario soez, de enfrentamiento y odio es común. El ejemplo de la agresión sale de Carondelet. En la década de los 90 la tolerancia, las palabras de conciliación y amistad eran la tónica. Esa época se perdió, y por eso gobernantes como Durán Ballén, Borja o Hurtado son añorados por el pueblo pensante, que lastimosamente no es la mayoría. El pueblo está seducido por bonos, propaganda y abrazos. Población ingenua al creer que sus recursos se deben invertir en Ecuador cuando el Primer Mandatario lo hace en el exterior.
Durán Ballén fue tratado duramente. No recuerdo se haya arrestado por discrepar con él. El pueblo se le acercaba y se expresaba; ahora el pueblo se aproxima a 20 metros del Mandatario. Un séquito de guardaespaldas lo rodea.