Eran otros tiempos. El Ministerio de Economía veía con preocupación el aumento de las remuneraciones que tenía que pagar el gobierno. Se argumentaba que, entre 2004 y 2005, la masa salarial subió de USD 2 027 a 2 180 millones. Basándose en ese argumento, el Gobierno de ese entonces decidió reducir el número de empleados públicos.
Eran tiempos en los que temas como “austeridad”, “ahorro”, “manejo equilibrado de las finanzas públicas” se consideraban importantes. Eran tiempos en los que el PIB crecía más que ahora y la pobreza caía más rápido que hoy. Definitivamente, eran otros tiempos.
Era febrero de 2005, cuando el Gobierno anunció que reduciría 5 000 servidores públicos.
El problema era que había que homologar los salarios de los burócratas y eso era imposible de financiar con los recursos que tenía el Gobierno en esa época. La “homologación” es un proceso por el cual las remuneraciones de los funcionarios públicos se igualan hacia arriba y la apretada situación de la caja fiscal no lo permitía (el barril de petróleo estaba bajo los USD 35).
De manera que se tomó la decisión de reducir el número de funcionarios públicos para poder quedarse con menos burócratas, pero mejor pagados.
El plan de “supresión de partidas” fue desarrollado por la Secretaría Nacional de Remuneraciones (Senres), y se basaba en evaluar el perfil de los funcionarios públicos para luego definir quiénes saldrían. Como lo reportó este Diario el 5 de enero de 2005, la selección se iba a considerar la formación académica, la experiencia, la remuneración y el parentesco. Hablar de “supresión de partidas” implicaba reducir el número de funcionarios públicos y no reemplazarlos por otros fieles al régimen.
El proceso arrancó en el Ministerio de Economía donde a fines de febrero 2005 se desenroló a 76 servidores públicos en una valiente actitud del Ministro que estaba dando el ejemplo al resto de sus colegas que debían implementar planes similares.
Pero antes de que se empiece a actuar en otras instituciones públicas, el gobierno cayó y Rafael Correa se convirtió en el flamante ministro de Economía del presidente Alfredo Palacio. Inmediatamente el Ministerio canceló todo el plan de despidos y recontrató a todos los funcionarios que habían sido cesados poco ante.
Como lo reportó este Diario, el 25 de mayo del 2005, en una asamblea con los funcionarios de su ministerio, Rafael Correa dijo “A mí sí me tiembla la mano para despedir a la gente. Yo soy humano y conozco que tras de eso hay un drama familiar”.
Despedir burócratas era mal visto en esa época. Hoy, los mismos opinan que está bien. Y todos los conceptos de formación académica, experiencia, remuneración y parentesco han sido reemplazados por feas insinuaciones de corrupción.