Antes de que Rusia y/o China apoyen militarmente a Maduro, es urgente encontrar un camino virtuoso para que el pueblo de Venezuela no sufra un baño de sangre. Este querido país tiene con qué salir adelante, pues posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo. Para ello es preciso pensar con altura sobre sus intereses superiores y pactar una vía intermedia entre los dos extremos políticos, a base de cesiones recíprocas mutuamente aceptables- Algo parecido a la fórmula chilena que dio paso a regímenes democráticos fecundos. Tomará tiempo, pero se debe comenzar ya, antes que se internacionalice el conflicto armado.
Lo que más necesita Venezuela son las inversiones para la explotación petrolera, que puede llegar a los 3 millones de barriles diarios. Y para la minería metálica, cuyos yacimientos son importantes. Lograr atraer a los inversionistas solo es posible si hay seguridades políticas y jurídicas y conlleva la repatriación de expertos venezolanos que pueden regresar a su país, a producir eficientemente como en el siglo pasado.
También se debe resolver los problemas monetarios y cambiarios que afectan a la productividad del trabajo y al poder de compra de los salarios. Actualmente, hay una dolarización de hecho que cubre el 80% de las transacciones nacionales, pero Venezuela puede tener una moneda propia fuerte, tanto como tenía antes, cuando un dólar equivalía a 4,50 bolívares.
Otro tema a resolver es la politización de las fuerzas armadas, en donde cabe también una transacción política que permita que el poder civil esté por encima de ellas, lo que implica un proceso paulatino y largo de despolitización, como ha sucedido en Chile.
Estos temas son básicos si se quiere que la población venezolana recobre la liquidez anterior, para potenciar el consumo y recrear los sectores productivos como la industria y la agricultura, que abastezca al mercado interno. De esta manera se crearán las condiciones para que los emigrados vuelvan a su país a trabajar tranquilamente.
Un proceso tan delicado necesita plazos medianos y largos y un desarrollo político que favorezca a la gente pobre que tanto sufre actualmente, para lo cual nadie se podrá negar si los líderes están a la altura, para la recuperación de un país tan querido como Venezuela.