El manto de silencio y olvido con que se ha cubierto a mi gobierno impide recordar que el sistema de preferencias arancelarias —ATPDEA— fue conseguido en ese régimen.
Las cosas fueron anecdóticas porque fue durante un partido de tenis en la Casa Blanca que alcancé este gran beneficio para las exportaciones ecuatorianas.
Recuerdo que llegué a Washington en visita oficial cerca del mediodía de un domingo de julio de 1990 en el gigantesco Boeing 747 del presidente George Bush (padre), junto con la pequeña comitiva que me acompañaba.
Estaba almorzando en la Blair House —casa de huéspedes oficiales— cuando el presidente Bush me llamó al teléfono para invitarme esa tarde —“si usted no tiene algo más importante que hacer”— a un juego de tenis en la Casa Blanca. Le contesté que esa tarde de domingo nada tenía más importante que jugar tenis con él.
A las cinco en punto llegué la Casa Blanca. Me llevaron directamente hacia la cancha. Allí me esperaban el presidente Bush, su secretario de Estado James Baker y su hermano John Bush.
Fue un juego muy entretenido. Bush y Baker, que siempre jugaban juntos, se entendían muy bien. Pero les ganamos y así vengué la catastrófica derrota que nos infligieron a Menem y a mí en Costa Rica un año antes.
Bush dio tanta importancia al partido que en la conferencia de prensa conjunta que dimos en la Casa Blanca, lo primero que hizo fue informar a la prensa internacional de los resultados del encuentro.
Pero lo bueno del partido fue que allí conseguí la liberación de impuestos para las exportaciones ecuatorianas.
Nada se quiere recordar. Se habla de la paz con Perú y se olvida mi propuesta de arbitraje del Papa, aceptada por el presidente Fujimori, seguida de mi invitación a visitar Quito, que fue la primera de un presidente peruano en 162 años de vida republicana. Con el trabajo en equipo pusimos en marcha muchos programas para los sectores pobres: 1.300 plantas de agua potable y alcantarillado, electricidad para 600.000 campesinos, aumento del 40% de la superficie agrícola bajo riego, reparto de 3’319.576 hectaréas de tierras a los campesinos, educación intercultural bilingüe para los sectores indios, Ley del Anciano, desayuno escolar para 1’100.000 niños diariamente, red comunitaria infantil para 230.000 infantes durante las jornadas de trabajo de sus padres, salud familiar integral que atendió a un millón y medio de personas pobres en sus propios hogares, récord de vacunación infantil, campaña de alfabetización que rehabilitó a 310.000 analfabetos, crédito masivo a microempresarios y trabajadores del campo, “ecuatorianización”del negocio petrolero, reformas tributaria y arancelaria, código de minería, ley de exportaciones, programa de Desarrollo Municipal y Provincial, rehabilitación del ferrocarril de Alfaro, que dejamos en plena operación.
¡Y todo esto con el barril de petróleo a 9 dólares!