Taparle el ojo al macho

Es la expresión popular para señalar que se quiere distraer la atención para que no se vea lo que no conviene. La expresión viene de la costumbre de los arrieros de poner anteojeras a las mulas para que solo puedan mirar hacia adelante. La comunicación política, con mucha frecuencia, consiste en desviar a temas de fácil manejo lo comprometedor; también es frecuente la estratagema de ocultar lo negativo y exagerar lo positivo.

Cuando el gobierno nos presenta el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional como un crédito de diez mil millones que permitirán ofrecer empleo a todos los jóvenes en la desocupación y atender a todos los viejecitos, quiere taparle el ojo al macho o tratarnos como a caballo de carroza, obligándonos a mirar en una sola dirección. La verdad es que los diez mil millones llegarán en tres años sólo si el gobierno cumple los compromisos pactados y no nos han dicho todavía cuáles son las medidas que forman parte de los acuerdos.

El manejo de las denuncias que afectan a la familia presidencial ha tenido también la misma estrategia. Simplificar el tema alegando que es una ruindad más del prófugo del ático, es querer taparle el ojo al macho porque no es verosímil que los enemigos declarados de ayer se hayan coaligado ahora en contra del actual gobierno.

La promoción del voto nulo es también tratar de taparle el ojo al macho porque el problema no está en esa dirección. El origen, estuvo en la intención maligna de manejar la designación de autoridades de control en el gobierno anterior; sin embargo, este gobierno, en lugar de eliminar este Consejo o reducir sus facultades, le elevó de categoría al convertir a sus integrantes en funcionarios de elección popular.

Ahora estamos obligados a elegir a los consejeros de entre cuatro docenas de desconocidos que se han presentado a sí mismos como candidatos y pueden convertirse en el problema más grave del gobierno. El voto nulo, propuesto por una élite académica, se vende como el género del famoso vestido nuevo del rey al que solo podían ver los inteligentes, sin embargo se sumará al voto de aquellos que por incapacidad, desinterés o torpeza terminen anulando el voto; pero no tendrá ningún efecto jurídico aunque logre el momentáneo efecto político de desprestigiar al nuevo Consejo.

La comunicación política correcta se basa en la transparencia, el derecho a la información y la rendición de cuentas; esa fue la oferta del gobierno y el país no se conformará con menos. El Presidente ha logrado hacer en política más de lo que nadie hubiera esperado y todavía puede, en la economía, avanzar por la nueva ruta trazada. Ya nos vendió la idea de que será el gobierno de la transición desde el autoritarismo cleptómano hasta la democracia plena; esa sería su gloria y no puede contentarse con menos. El gobierno ya agotó el miedo al regreso del habitante del ático, ya no debe ser el miedo la motivación del gobierno ni el precio de los sacrificios sino la ilusión de llegar a la tierra prometida.