A pocas horas que culmine el plazo para inscribir las candidaturas, las cartas están echadas. Resta únicamente por saber quién acompañará al candidato Lasso. Al momento de prepararse esta nota, no se conoce definición. Pero aquello no cambiará el escenario. Al parecer, por el gran número de candidaturas y la dispersión producida, las circunstancias juegan a favor de la reelección. El reto está planteado: ganar en primera vuelta. Dos razones al menos animarían a ese propósito. Evitar la polarización en segunda ronda, que al menos pondría en apuros al proyecto; y, si bien podría existir una reducción del respaldo en comparación al 49% de los comicios anteriores, demostrar que el liderazgo se halla intacto y continúa con la fuerza para seguir en sus propósitos. Si aquello no ocurre podría alimentarse la percepción de que el apoyo ha disminuido, poniendo en entredicho la hegemonía absoluta de la que ha gozado hasta ahora el Régimen. Queda por conocer si el esquivo respaldo de la izquierda radical, que ahora participa con candidato propio, significará una merma de votos importante como para impedir que el favorito en los sondeos alcance su objetivo, o si ha reemplazado ese apoyo con otros electores más atraídos por sus ofertas asistencialistas.
Lo que ya se puede observar son algunos indicios de los movimientos al interior del grupo oficial. El compañero de fórmula escogido no pertenece al grupo más vinculado a los sectores políticos o a los académicos. Responde a la confianza personal del candidato a Presidente. Ya es un síntoma. Principalmente si se toma en cuenta que, si resulta reelecto, de no mediar un cambio constitucional aún bajo el discutido mecanismo de la consulta, este sería el último período consecutivo del actual gobernante. En consecuencia, si se materializan esas premisas ¿quién será el abanderado que continúe con el proyecto?
Algunos cuadros importantes han sido desplazados. Aparecen en segundas líneas sin el protagonismo de eventos anteriores. A otros, su lealtad les ha sido correspondida con posiciones para optar por cargos sin trascendencia. Modificaciones importantes que provocarán consecuencias al interior del movimiento oficialista. El recurso de incorporar a sus filas a personajes mediáticos, con buen manejo del balón, pero sin ningún antecedente en materia legislativa demuestra la pretensión del Régimen: copar la Asamblea no por cuadros experimentados en lo legislativo sino que simplemente le sumen votos.
Hay condiciones como para creer que el panorama puede cambiar para el Gobierno. Si bien la contienda por el sillón presidencial está dada, resta por conocer cómo se integrará el nuevo cuerpo legislativo. Las distintas fuerzas se jugarán por tener el control de la Asamblea, escenario en el que de una forma u otra se circunscribirá, en el mediano plazo, la disputa por el poder.