Susana C. de Espinosa
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SSLq
Tascar’: “Dicho de una bestia: Quebrantar con ruido la hierba o el verde cuando pace”. Esta es la primera acepción del término, que registra el diccionario académico. Una bestia pace en paz, tritura con grato ruido la hierba, y el ambiente limpio de campo que sugiere esta escena reproduce en nuestra memoria olfativa y visual el olor a hierba fresca, verde, y los paisajes de cuencas humedecidas por la lluvia, que todavía podemos gozar en los valles de la serranía. Así que descarto el empleo de ‘tascar’ en este primer sentido, aplicado al mordisco de Suárez contra el italiano Chiellini, no por lo de ‘dicho de una bestia’, que a muchos debe parecer apropiadísimo para el caso, tanto más que somos muy generosos en el empleo de ‘bestia’ a trochemoche, sino porque el bocado de Suárez, al topar con su potente belfo el hombro de Chiellini y encajarle en él su dentadura, no se hizo con la paz interior del rumiante acucioso que tasca, ni en la tranquilidad del campo entre montañas, sino abruptamente, en el peor campo y en el momento más inadecuado, lo que concitó el escándalo y la FÍFICA sanción.
Horrible el ‘tascar’ por ‘mascar’ o ‘masticar’, tan frecuente entre nosotros, y aún más feo ‘topar’ por ‘tocar’: No tasques el pan. ¿Quién topó mis papeles? son usos ecuatorianos tan reprochables como comunes: el diccionario oficial aporta para ‘tascar’ una acepción con la marca Ec.: ‘Quebrantar con los dientes algún alimento duro, como una galleta’, tampoco aplicable a lo acontecido al hombro de Chiellini, el cual, más duro que una galleta, nadie quebrantó. Mas hay aún un tercer significado de tascar que trae el magnífico Diccionario ideológico de la lengua española, de don Julio Casares: ‘Morder el caballo el freno o moverlo entre los dientes’. Morder, lo intentó Suárez, aunque no pudo llegar al regodeo ecuestre del freno (¿la carne, el hueso de Chiellini?) entre los dientes. Todo esto, porque, en principio, tascar me pareció el verbo más apropiado para definir el glorioso mordisco. Pero no…
Entre lo dicho y escrito sobre el celebérrimo tarascón, he tomado esta curiosa frase: ‘Oreja, hombro y cuello, las partes del cuerpo más propensas a la dentellada’. Así, según el significado de propenso y de dentellada, son estas las partes del cuerpo más inclinadas a morder, pero ¿cómo muerde la oreja al hombro, el hombro al cuello, el cuello a la oreja, la oreja al cuello y tantos viceversas? Debió escribirse: ‘más expuestas a una dentellada’, o, si forzamos mucho, ‘más propensas a recibir la dentellada’. Mientras, siento por Suárez, lo confieso, una gran ternura, como por el tan querido Mujica.
Y, por volver a nuestra pobreza idiomática singularmente propensa al traspié, todos, hablantes y escribidores, deberíamos usar, por dentro y por fuera, alguno de los modelos de bozal que los navegantes del mar de Internet aconsejan para cubrir la boca del tan excesivamente castigado uruguayo.