Enrique Pita, vicepresidente del CNE, denuncia el funcionamiento de un “centro electoral paralelo” en Guayaquil en donde se imprimían actas a favor del NO de la consulta popular. Gravísimo, se estaría torciendo la voluntad popular. Algunos voces gritan fraude. Amerita investigación y decisiones inmediatas.
Mientras tanto, y con este telón de fondo, el Presidente -herido de muerte por los resultados adversos- responde con dos medidas. Despido de colaboradores íntimos y nuevo llamado a la unidad.
Todos aspiran que no se quede en cambio de nombres… que avance a una alteración total de prioridades (seguridad, salud, iess, educación, inversión pública y empleo). Y a un giro en la gestión: sintonía con la gente, depuraciones, cero corrupción, pericia política. ¿Se atreverá Lasso a tomar distancia del modelo FMI?
Un escenario posible -dada la negativa generalizada al acuerdo- es la agudización de la presión por el fin anticipado del mandato presidencial. Juicio político y revocatoria están sobre la mesa. La Asamblea está encendida y la movilización social anunciada. La ocasión: corrupción en empresas estatales.
Otro escenario, no descartado, sigue siendo la muerte cruzada. Sus propulsores (Villavicencio) argumentan que se ha agotado el capital político del Gobierno. Abogan por una salida digna para evitar peligros mayores. Todos a la casa. Lasso no mueve las fichas en esta dirección. Nos preguntamos, ¿a quién beneficiaría esta inmolación?
No se vislumbra por ahora, un escenario de confluencia de actores. Y el llamado a la unidad es etéreo todavía. La desconfianza y otros intereses -impunidad y retorno- enrarecen el ambiente. Las piezas, además, están reacomodándose: RC triunfante, Pachacutik pujante, PSC en caída libre, CREO en evaporación. El ojo ya está puesto en las presidenciales del 25.
Ojalá se procesen con urgencia las denuncias. Ojalá el escenario se configure pensando en el país y no en figuras ni camarillas… Y se tome en cuenta el cansancio ciudadano frente a la clase política.