¿Cuál es el rol del comercio exterior en el desarrollo del país? ¿Podemos prescindir de nuestros principales socios comerciales sin causar un profundo efecto sobre el aparato productivo del país y sobre los niveles de empleo?
El Régimen tiene una posición definida frente a este tema. Los ingresos procedentes del comercio exterior privado parecen no ser relevantes. Se da más importancia al crecimiento de los recursos provenientes de la exportación de recursos (petróleo y minería) que, según su visión, y paradójicamente, servirían para financiar un cambio en el régimen de acumulación desde un país primario exportador hacia uno terciario, centrado en la exportación de bienes del conocimiento y de servicios turísticos.
En concordancia con esta visión, la política exterior se ha dirigido a deteriorar las relaciones con los tradicionales socios comerciales, al tiempo que se las refuerza con países que demuestren afinidad ideológica con el Régimen, pero cuya real capacidad de recibir productos desde el Ecuador es insignificante.
La posición ecuatoriana en la última Cumbre Iberoamericana profundiza aún más en esta línea: el país llevó una agenda centrada en temas migratorios, mientras la cuestión comercial estaba completamente ausente. Para reforzar esta posición, el canciller Patiño planteó que el país no estaba interesado en firmar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, habló más bien de un genérico interés en “acuerdos integrales de desarrollo”. Mientras aparecía en la cumbre como el “chico malo” que desdeña la oportunidad de cerrar tratos comerciales para mejorar sus exportaciones, otros países en cambio mantenían ocupadas agendas que incluían no solo acuerdos comerciales, sino también convenios de cooperación y diálogo político.
Ecuador llegó a la Cumbre como líder de una Unasur irrelevante, y miembro a pleno título de una Alba excluyente, líder de una Comunidad Andina completamente desarticulada: con Venezuela ausente, Bolivia al margen, mientras Colombia y Perú alcanzaban acuerdos “multipartes” como salida al estancamiento de la negociación en bloque.
¿En qué se piensa cuando se habla de “acuerdos integrales de desarrollo”? ¿Se busca algún tipo de compensación para pagar culpas coloniales o imperiales y así escamotear la necesidad de afirmarse en las complejas lides del comercio y de la economía global mediante acuerdos inteligentes de cooperación entre economías? ¿Se trata acaso de una concepción mendicante de soberanía? ¿O es que no podemos aún presentarnos en estos escenarios como país con objetivos de desarrollo y con capacidades de negociarlos en igualdad de condiciones?