Todo el mundo sabía desde hace años que cuando un terremoto sacudiera a Nepal, ubicado en una de las zonas sísmicas más activas del sur de Asia, la cantidad de muertos y los daños serían descomunales.
“Se estima que las pérdidas humanas, solo en el valle de Katmandú, en caso de un evento sísmico importante, serán catastróficas”, advirtió Mahendra Bahadur Pandey, el ministro de Asuntos Exteriores de Nepal, en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Reducción del Riesgo de Desastres, que se celebró en marzo en la ciudad japonesa de Sendai.
Apenas unas semanas después, el 25 de abril, se produjo el sismo de 7,8 grados de magnitud. Hasta el momento, más de 8 400 personas fueron declaradas muertas, mientras que cientos siguen desaparecidas. Las autoridades temen que el saldo de muertos se incremente en los próximos días.
Más de 17 500 personas están heridas y 10 hospitales quedaron completamente destruidos, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, en inglés).
De los 27 millones de habitantes del país unos ocho millones de personas, principalmente en las regiones Occidental y Central, fueron damnificadas por el desastre.
Las ciudades más grandes, como Katmandú y Pokhara, fueron muy afectadas. En las 72 horas tras el terremoto, más de medio millón de personas huyeron de la capital a las zonas periféricas.
Nepal lucha por atender las necesidades de una población asediada y asustada, que resistió numerosas réplicas en la semana posterior al gran sismo. Cientos de familias siguen viviendo en tiendas de campaña, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) solicitó fondos para la ayuda alimentaria de emergencia de aproximadamente 3,5 millones de personas.
Los médicos brindan tratamiento a los pacientes en la calle. La OMS destinó USD 1,1 millones al personal y los suministros médicos y ya trató a 50 000 pacientes en los 14 distritos más gravemente afectados.
Pero hay un límite a lo que las agencias de ayuda y los países donantes pueden hacer, y los expertos consideran que el Gobierno no está preparado para asumir la mayor parte de los esfuerzos de recuperación.
“Se trata de una enorme operación de ayuda, probablemente la mayor que hayamos puesto en marcha en la región”, indicó Orla Fagan, portavoz de la oficina regional de OCHA en Bangkok.
La reconstrucción a largo plazo podría costar hasta USD 5 000 millones, y las agencias de la ONU informaron en los últimos días que se necesitan por lo menos USD 415 millones para la ayuda inmediata en los próximos tres meses.
Nepal está en la lista de países menos adelantados y ocupa el lugar 145 de 187 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. También tiene una deuda superior a los 3 800 millones de dólares con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Asiático de Desarrollo.