Trinaremos dos tristes trinos y uno alegre desde el árbol de la última semana: uno, el exceso de derechos lleva a la anarquía; dos, la avaricia lleva a la mezquindad y a tonterías más grandes que un Airbus A-380 con capacidad para 853 pasajeros; tres, el alegre trino de Santa Mariana de Jesús Paredes y Flores, del alcalde de Quito, del ministro de Salud, de los posgradistas y las santas de las últimas trincheras.
Uno: La Corte Constitucional es de lo mejorcito que tenemos, pero no llega a Corte Marcial para estos meses de guerra civil virulenta. Tomemos el caso de la reducción de fondos a las universidades. La CC parece haber olvidado el antiguo aforismo: “Distingue los tiempos y concordarás los derechos”. Los tiempos normales piden una interpretación de la carta política; los anormales, otra. “Somos nosotros y nuestras circunstancias”. Que la Constitución diga que los fondos para la educación son intangibles vale para tiempos normales, pero no para anormales. Está bien que se corte plata a la universidad cuando vamos a desaparecer por hambre. Primero es comer, después filosofar. Si la fábrica de doctores se amarra los despilfarros, la educación mejorará.
Dos: No es lo mismo ayudar por solidarios que ayudar por ciudadanos. Lo uno es valor moral; lo otro es justicia social. Lo uno es libre, lo otro es obligatorio. La Asamblea Nacional con bastantes excepciones se mostró avara. Estuvo a la altura del caótico mural de Guayasamín que preside tanto desvarío. La avaricia se asocia con el estreñimiento intestinal, el mal humor, la mala cara. El efecto fisiológico de la avaricia es nublar la razón, cambiar el alegre curso de la vida por un agrio curso de mezquindad, y aprobar leyes que nos dejan boquiabiertos como la de los vuelos directos a Galápagos. Las islas encantadas quedaron desencantadas ante tanta sabiduría. Mejor, rifémoslas entre los que más aletas de tiburón recortan.
Al comienzo de la encerrona, el alcalde de Quito creía que para el 26 de mayo, -Día de Santa Marianita de Jesús (1618-1645)- podía terminar nuestro cautiverio. La santa quiteña ofreció su vida para que Dios dejara de castigar con sismos y pestes a los corruptos de nuestra Audiencia. Dios se la llevó y Quito volvió a sus andanzas. La pandemia del virus-19 ha mostrado la grandeza del personal de Salud que ha dado su vida por el prójimo. Los consideramos mártires. Su muerte lava los pecados de Carondelet que entregó los hospitales a políticos ladrones a cambio de apoyo a tan tembloroso mandato. Un futuro político con dos líderes portentosos: el ministro de Salud y el alcalde de Quito. No se crean bolas sobre el coronavirus. Lean a Zevallos en https://www.elcomercio.com/actualidad/zevallos-contagios-covid19-pruebas-quito#.XsQaVMcXKFA.email. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com.