Hoy, cuarto domingo de Adviento. La liturgia católica canta: “Cerca está el Señor de todos los que le invocan: de todos los que le invocan de veras, por lo cual mi boca cantará las alabanzas del Señor, y toda carne bendiga su santo nombre.”
Sabrán, lectores, que la Liturgia es el orden y forma con que se llevan a cabo las ceremonias del culto en las distintas religiones. Las ceremonias del culto católico son tan hermosas como el cielo estrellado. Suscitan sentimientos de belleza y paz, de trascendencia espiritual y de un sagrado temblor de eternidad.
Hay también una liturgia de lo político. Según el filósofo Aristóteles, lo político es aquello que diferencia al ser humano de los animales, y da forma civilizada a la vida social.
La política, en cambio, es la actividad concreta de conquistar el poder y conservarlo. Se puede, pues, afirmar que lo político reside en la racionalidad del ser humano y que la política se anida en su ámbito irracional, de tal modo que la política es la negación de lo político. De ser así, es político alabar a quienes cuidan del bienestar de todos. Por este motivo alabamos, el domingo pasado, al señor presidente Lenin Moreno Garcés.
Y por igual razón, alabamos hoy al señor coronel Mario Pazmiño Silva, durante años director de la Inteligencia Militar, porque ha defendido hasta ahora la seguridad de la Nación., desde su puesto de observador y profeta, para que en estos tiempos de asalto no caiga ella en manos del crimen organizado.
En efecto, mostró que el abandono de la base de Manta había sido negociado entre el presidente Rafael Correa y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia; mostró que el 30 de septiembre fue convertido conscientemente en un drama de traición y muerte a fuerza de mentiras repetidas; mostró que la posesión en manos del correísmo de costosos instrumentos de espionaje pertenecientes a la extinta Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain) los volvía voyeristas de toda debilidad institucional; mostró que el argumento de derechos humanos violados es un arma para empañar el análisis de la razón lógica, fanatizar las instituciones que los defienden y convertir a la Policía y las Fuerzas Armadas en despiadados asesinos; predijo el octubre en llamas a manos de incendiarios internacionales, expertos en guerrilla urbana y molecular, esto es, sanguijuelas simultáneas en todo el cuerpo de la ciudad de Quito; sostiene que las elecciones 2021 son las más importantes desde 1830, porque podríamos convertirnos en una Venezuela más flaca y enclenque.
Por este motivo, ha puesto mente y fuerza en montar un observatorio ciudadano de control electoral que se estrenó el jueves en el viudo salón de la Corte Electoral. La respuesta de los ciudadanos ha sido milagrosa de entusiasmo y fuerza.
La liturgia de lo político tiene la belleza de lo cívico, la música marcial de que no nos dejaremos pisotear por los cuatro jinetes del Apocalipsis.